Arte por Excelencias

LOS RIPIAO: LA CONGA DE MI INFANCIA

LOS RIPIAO: THE “CONGA” OF MY CHILDHOOD

- TAISSÉ DEL VALLE VALDÉS

Cuando era una niña, el domingo despertaba a las nueve de la mañana con el inusual compás de la Conga de los Ripiao. El ritmo reza así: taratan-tan-tan, taratan-tan-tan, tarantan-tan-tan-tan. Los escuchaba acercarse, y cuando estallaba el sonido por toda la casa, me asomaba a la ventana y los veía pasar. La Conga de Los Ripiao es única de su tipo en Cuba, oriunda del barrio Picasso, en Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba. Y salen cada carnaval desde hace siete décadas.

Es hoy una tradición palmera cuyo fundador fue Esteban Daudinot. Se sabe que cada niño varón del barrio debe integrarse a la conga, al menos por un tiempo. Dicho así pudiera parecer obligación, pero no, es idiosincra­sia popular. La cultura no escrita en libros de textos. Así pasaron por la conga mi padre, sus amigos y mis amigos del barrio. Algunos de los que alcanzan la mayoría de edad se quedan por más tiempo. Esos serán los futuros líderes.

La conga ensaya en el llamado Callejón 20. Es una calle corta y estrecha que desemboca en el río Cauto, el más largo de Cuba.

El Callejón 20 está conformado por familias descendien­tes de los emigrantes de Haití y Jamaica que poblaron en el siglo XIX la región sur del archipiéla­go cubano, rico en plantacion­es

de caña de azúcar y café. Fueron familias pobres y humildes, fervientes defensoras de las deidades africanas y de un auténtico folclor.

En ese contexto nació y vive la Conga de Los Ripiao. Cada conguero conforma su vestuario lo más original posible, dentro de la identidad del grupo. Algunos se cubren la cara con mallas. Llevan mayormente pelucas, harapos y gafas de colores. En cuanto a los instrument­os, usan una lata cuadrada mediana amarrada a una correa que cuelga del hombro, y un palo.

Llega el mes de julio y los santiaguer­os sabemos que eso significa dos cosas: Fiesta del Fuego y Carnavales. Ya los Ripiao se preparan, alistan su vestuario, recogen su instrument­o y esperan ansiosos el ómnibus que los lleva a la ciudad más caribeña. No existen carnavales ni grandes fiestas populares de Santiago de Cuba en las que no estén presentes.

A su paso la gente se une y marcha junto a ellos como una gran serpiente de pueblo. Cada desfile inaugural de la Fiesta del Fuego es con Los Ripiao: la conga de mi infancia, los encargados de abrir el gran pasacalle multicultu­ral, seguidos por un mar de delegacion­es culturales de la región, cual fieles exponentes de lo real-maravillos­o que tanto abunda en el Caribe.

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