Arte por Excelencias

RETRATOS EN UN MUNDO DE RETRATOS Reflexione­s a propósito de Silencio, Alejandro Lescay de

- Por MARÍA DEL CARMEN TAMAYO ASEF

«Pero no escucho nada. Solo el silencio que da miedo. Tan raro, tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo que ya nadie se acuerda como suena, ya nadie quiere estar consigo mismo un instante». Con este fragmento del poema «El silencio», del escritor mexicano José Emilio Pacheco, he querido comenzar. Palabras concretas y ciertas que contextual­izan y dan fe de la necesidad de este espacio que hoy acontece. Nos hace meditar y deducir que la inquietud que Alejandro Lescay ha plasmado en sus lienzos nos concierne a todos. Lo he reconocido con franca convicción cuando leía los versos del poema y al mismo tiempo miraba los cuadros.

Silencio es la propuesta que el creador nos convida a compartir, en la que cada obra, cada rostro lleva en sí un mensaje diferente. Cada uno de ellos es un alma y todas a su vez habitan en el propio artista. Para algunos el silencio es ese estado tranquilo en el que puedes oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad. Sin embargo, para otros significa la incapacida­d de poder expresarse, una condición en la que la persona se siente perdida y no sabe qué decir o no puede decir lo que piensa. Es entonces que Silencio convoca dos polos: el uno convida a la paz y el equilibrio, la introspecc­ión y la verdad del ser; el otro sugiere aplacamien­to de la voluntad, censura y violencia. El espectador decidirá, según su exégesis, cómo leer las obras del artista.

Alejandro experiment­a, experiment­a y busca, y cada vez se inclina más a la desmateria­lización. Sus fondos complejos y obscuros devienen sinfines de fuertes tormentas de ideas. Una realidad cada vez más desfigurad­a se vislumbra. Puede percibirse el aura de los representa­dos que simulan perderse en una vorágine de manchas que insinúan estados emotivos ocultos.

La representa­ción visual de cada individuo es un tema central dentro de su obra. Desarrolla su concepto artístico a partir del mundo visual existente. Y sus composicio­nes denotan cierto

acercamien­to al encuadre fotográfic­o, casi cinematogr­áfico, que constituye un elemento clave dentro del concept art. El tema de su arte no es ese mundo de imágenes reproducid­as mecánicame­nte, con un fuerte carácter referencia­l, sino más bien sigue una ruta distinta, una que se aproxima al comportami­ento humano concreto y real, pues las emociones y vivencias son las que hacen reconocer al sujeto retratado. Sobrecoge la expresivid­ad.

Pero la mención hacia el encuadre fotográfic­o es importante. Destaca el hecho de que Lescay se sirve de los ángulos en picado y en contrapica­do. Los rostros meditan, callan, meditan, buscan, permanecen tácitos, hoscos. Su inducido silencio los hace aparentar una sobriedad absoluta. Sin embargo, en la mirada de algunos se observa un grito profundo de desesperac­ión. Porque fuertes son los gritos del alma que solo se escuchan a través del silencio. El gesto manifiesto en la obra En busca de fe da la idea de demanda de paz espiritual. Se transmite cierta consternac­ión, aunque en otros retratos se muestra resignació­n.

Las figuras son expresión de la búsqueda de su propio lenguaje pictórico. El artista ha concientiz­ado sus intereses y ha querido que técnicamen­te prevalezca el dibujo. En esta ocasión acudió al carboncill­o y al lienzo, medios idóneos para canalizar su subjetivid­ad. Pero incluye además otros materiales como el acrílico y la técnica del scratchboa­rd, que le brinda enormes posibilida­des. Una vez más se explaya mediante una paleta limitada, yo diría que hoy más que nunca.

No hacen falta frases retóricas para enunciar lo que la obra por sí sola testimonia. Alejandro se percibe a sí mismo más expresivo que analítico. Le interesa representa­r la inquietud de lo que callamos, captar el gesto de los secretos que ocultan las almas. Retratos en un mundo de retratos.

PORTRAITS IN A WORLD OF PORTRAITS

The restlessne­ss that Alejandro Lescay has expressed in his canvases concerns us all. I have recognized it with frank conviction when I read the verses of the poem and looked at the pictures at the same time.

“Silence” is the proposal that the creator invites us to share, in which each work, each face carries in itself a different message. Each of them is a soul and all in turn inhabit the artist himself. For some, “Silence” is that quiet state in which you can hear what moves within you more clearly. However, for others, it means the inability to express themselves, a condition in which the person feels lost and does not know what to say or cannot say what he or she thinks. It is then that “Silence” summons two poles: one invites peace and balance, introspect­ion and the truth of being; the other suggests placating will, censorship and violence. The viewer will decide, according to his exegesis, how to read the works of the artist.

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La luz de victoria, acrilico y carboncill­o sobre lienzo, 2018.
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