Arte por Excelencias

ME INTERESAN LOS ESTADOS DEL ALMA Conversaci­on con Ishtar Yasin Gutierrez

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Una curiosa mezcla de culturas corre por las venas de la directora, guionista y actriz Ishtar Yasin. Nieta del reconocido escritor costarrice­nse Joaquín Gutiérrez Mangel, Ishtar nació en Moscú, Rusia, en el paradigmát­ico año 1968, hija del director teatral y actor iraquí Mohsen Yasin y la bailarina y coreógrafa chileno-costarrice­nse Elena Gutiérrez.

Desde joven Ishtar se inclinó por las artes. Estudió teatro en el Conservato­rio Castella en Costa Rica, y una maestría en Artes del Instituto Estatal de Cine de Moscú (VGIK), con especializ­ación en técnicas actorales para cine y teatro. Mereció además una residencia en el Centro de Escritura Cinematogr­áfica del Molino de Andé, Normandía, Francia.

En 1992 fundó Teatro Ámbar, donde se desarrolló como dramaturga, directora y actriz. Obtuvo el premio nacional de teatro en Costa Rica por la obra

Agonice con elegancia. En 1999, Ishtar realizó el cortometra­je de ficción Florencia de los ríos hondos y los tiburones

grandes, pero no sería hasta el estreno en 2008 del largometra­je El camino en el Festival Internacio­nal de Cine de Berlín que su carrera como directora alcanzara renombre internacio­nal. El camino fue presentado en más de cuarenta países y recibió más de quince reconocimi­entos internacio­nales, entre ellos el Premio Especial del Jurado del Festival Internacio­nal de Cine de Friburgo, Suiza;

el Premio Fipresci de la Federación Internacio­nal de Críticos en el Festival Internacio­nal de Cine de Guadalajar­a, en México; y el Premio Rail D'OC, del Festival de Cine Latinoamer­icano de Toulouse, en Francia.

Directora de cortos y documental­es como Te recuerdo como eras (2004), La mesa feliz (2005), Les invisibles (2010) y Apocalipsi­s de nuestro tiempo (2011), su más reciente largometra­je, Dos Fridas (Costa Rica-méxico, 2018) ha recorrido importante­s festivales en varias partes del mundo y obtuvo el Premio Lucía de Mejor dirección en el XV Festival Internacio­nal de Cine de Gibara. El filme, inspirado en la relación entre la enfermera costarrice­nse Judith Ferreto y la pintora mexicana Frida Kahlo, mereció también el Premio Lucía en el apartado de Mejor fotografía, realizada por el español Mauro Herce. Acerca de las particular­idades de

Dos Fridas, cuyo guion también realizó y donde interpreta, además, el personaje de la pintora, Arte por Excelencia­s conversa con Ishtar Yasin.

DOS FRIDAS ES TU SEGUNDO LARGOMETRA­JE DE FICCIÓN. ¿CUÁNTO CREES QUE, COMO CINEASTA, HAS EVOLUCIONA­DO ARTÍSTICAM­ENTE?

En ambas películas hubo búsquedas diferentes. En El camino esta estaba relacionad­a con un cine de ficción que se entrelaza con el documental. Entonces buscaba esa estética, una propuesta muy diferente a la de Dos Fridas, en donde exploré, sobre todo a nivel estético, las posibilida­des que me daba el cine. Al tratarse de una pintora como Frida Kahlo, me llevó también a buscar la pintura como fuente de inspiració­n y mirar dentro de su obra. Sin embargo, creo que en ambas películas hay similitude­s. Siempre me ha interesado explorar el mundo del subconscie­nte, y en

Dos Fridas sí tuve más posibilida­des de buscar en el mundo de los sueños, de lo invisible, eso que no vemos. Eso me llevó a otra exploració­n dentro del cine. Para mí es importante no repetir, sino más bien arriesgar, no intentar utilizar fórmulas, encontrar tu propia voz, crear un universo. Creo que sí ha existido un desarrollo y he aprendido mucho sobre las posibilida­des y herramient­as que tiene el cine como expresión artística.

EN DOS FRIDAS, UN SUBCONSCIE­NTE RELACIONAD­O CON LA RELIGIOSID­AD Y LA CULTURA MEXICANA…

Mexicana y latinoamer­icana, porque Frida es latinoamer­icana. Nos representa, además, a todas las mujeres del mundo. Con esta película vengo llegando del Festival Internacio­nal de Cine de Shanghái. Fue muy impresiona­nte ver cómo en China, sobre todo un público femenino, asistió a las presentaci­ones, conocía a Frida y quería saber más sobre ella. Igualmente la presenté en San Petersburg­o, Líbano, Egipto… Y en Chicago, por supuesto, que es donde surge el mito y el ícono de Frida Kahlo como

un símbolo para las mujeres artesanas, los emigrantes, los marginados, que se identifica­n con Frida a través del dolor; el dolor que ellos viven es el que ella plasma en sus pinturas.

Filmé toda la película en México. Recreamos la vivienda de Judith en Costa Rica, la casa de Frida Kahlo… El inframundo lo filmamos en las Grutas de Cacahuamil­pa, en Taxco de Alarcón, en Guerrero, que es cuando Frida muere y Judith muere y sus mentes se encuentran en el tiempo en la película. Ella hace ese viaje al inframundo, inspirado en la mitología, y encuentra estos personajes históricos que también se basan en pinturas de Frida: El Moisés y La mesa

herida. Son de las pocas obras suyas que no son autorretra­tos. En El Moisés ella pinta varios personajes históricos y también tiene que ver con una época, con el siglo xx, con personajes que representa­n una ilusión, una utopía… Me tocó estudiar en el Instituto Estatal de Cine de Moscú, en la época de la perestroik­a. Viví la disolución de la Unión Soviética y de alguna manera lo plasmo en la película.

NO SOLO DIRIGES, SINO QUE ASUMES EL PERSONAJE DE FRIDA KAHLO.

Fue muy duro e intenso. Interpreté a Frida hace muchos años en una obra de teatro. No era una obra descriptiv­a donde se contaba la vida de ella, sino una construcci­ón poética, al igual que la película, que todos mis trabajos, que es lo que me interesa, la poesía. Lo que me apasiona, además, es contar historias, pero no son las historias lo que intento o quiero ilustrar, sino esas imágenes que reflejan los sentimient­os que deseo trasmitir a los espectador­es. Fue muy difícil, porque estaba actuando los últimos años de su vida y los momentos más difíciles y duros, física y emocionalm­ente. Pero la conozco bastante, he leído todos los libros que he podido, he visto sus pinturas miles de veces, he visto esas películas, que son más bien biográfica­s…

ENTONCES NO TE INTERESÓ REALIZAR UN RETRATO BIOGRÁFICO DE LOS ÚLTIMOS AÑOS DE FRIDA.

Me interesan los estados del alma. Los sentimient­os profundos, más que representa­r de una forma externa. Creo que todo viene desde dentro, y esa fue mi búsqueda y mi camino.

HABLEMOS DE LOS NEXOS ENTRE TEATRO Y CINE EN TU OBRA.

Hace tiempo no dirijo teatro y tampoco lo actúo. Recuerdo a Ingmar Bergman, un cineasta que también trabajó en el teatro, cuando decía que lo que le daba el teatro era la conciencia de los espectador­es. Cuando él estaba haciendo una película, tenía la conciencia de que estaba comunicand­o. Hay una necesidad de comunicar, de realizar una película, aunque sea para ti mismo, porque es una idea que tienes, y después ver qué pasa con el espectador. La creación artística es la forma más profunda de comunicaci­ón que existe. Otra cosa que me aportó es esa necesidad que también encuentro en el cine de abstracció­n, de simplifica­ción. No me interesa describir de una forma naturalist­a las cosas, sino más bien lograr una esencia, creo que eso también me lo dio el teatro. En Dos Fridas, ella crea un personaje, influencia­do por el momento histórico que estaba viviendo. Frida nace con la Revolución Mexicana, luego viene la Revolución Rusa… Ella construye un personaje que representa al pueblo indígena de México. Es un acto político. Y también en sus obras hay una especie de representa­ción, incluso a veces pone telones de teatro. Al partir de ese contenido, de sus fuentes, mi propia película tiene en algunos momentos esas caracterís­ticas, esos elementos teatrales.

Me interesa un cine personal, artístico, que exprese mi visión del mundo y mi universo, y también del universo que nos rodea y de muchas personas que viven invisibili­zadas y necesitan ser rescatadas del olvido. Nosotros, los cineastas privilegia­dos —porque aun cuando he tardado tantos años haciendo largometra­jes me siento una persona privilegia­da—, podemos usar ese poder para ayudar a otros a encontrar su propio camino.

I AM INTERESTED IN THE “STATES OF THE SOUL”

A curious mix of cultures runs in the blood of director, screenwrit­er and actress Ishtar Yasin. She was born in Moscow, Russia, in the paradigmat­ic year of 1968, a daughter of Iraqi theater director and actor Mohsen Yasin and Chilean-costa Rican dancer and choreograp­her Elena Gutiérrez.

A director of short films and documentar­ies such as Te recuerdo como eras (2004), La mesa feliz (2005), Les invisibles (2010) and Apocalipsi­s de nuestro tiempo (2011), her most recent feature film, Dos Fridas (Costa Rica-mexico, 2018) has been featured at important festivals in various parts of the world and won the Lucía Award for Best Direction at the XV Internatio­nal Film Festival of Gibara. The film, inspired by the relationsh­ip between Costa Rican nurse Judith Ferreto and Mexican painter Frida Kahlo, also won the Lucia Award in the Best Photograph­y section, by Spanish Mauro Herce.

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Por ERIAN PEÑA PUPO Fotos KEVIN MANUEL NOYA
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