Arte por Excelencias

LATINOAMÉR­ICA EN TRANSIT 2019 mujeres y esperanza en accion

TRANSIT 2019 REUNIÓ A MÁS DE UN CENTENAR DE ARTISTAS DE TREINTA PAÍSES

- Por VIVIAN MARTÍNEZ TABARES Fotos SITIO WEB OFICIAL DEL EVENTO

El Festival Transit, fundado en noviembre de 1992, llegó a su novena edición este verano en la casa del emblemátic­o Odin Teatret y sede del Nordisk Teaterlabo­ratorium, en Holstebro, Dinamarca. Estuvo liderado por la actriz, directora y maestra Julia Varley, quien es además, junto a Jill Greenhalgh, la fundadora del Proyecto Magdalena, nacido en Gales para visibiliza­r la labor de las mujeres en la escena, y capaz de generar eventos afines en varias ciudades de Latinoamér­ica: Cali, Santiago de Chile, Quito y Santa Clara, entre otras, lo que ha contribuid­o a multiplica­r una red de intercambi­o y crecimient­o constantes. El lema de este Transit, Hope in

Action. Theatre-women-will, se propuso corregir el signo de ediciones anteriores, permeadas por temas relacionad­os con la violencia de género y las posibles alternativ­as para combatirla, e introdujo la perspectiv­a de la esperanza en acción como un impulso de cara al futuro.

Transit 2019 reunió a más de un centenar de artistas de treinta países, quienes mostraron cuarenta y ocho espectácul­os, un filme, cuatro clases magistrale­s, cuatro entrenamie­ntos, dos exposicion­es, fueron parte de seis talleres, y animaron un simposio y varias sesiones de debate alrededor del tema central, en el cual cada participan­te reflexionó a partir de su propia experienci­a de vida y creación.

Entre tanta actividad de la mañana a la noche, fue una experienci­a intensa de aprendizaj­e, y convivió con sesiones de trabajo compartido para mantener adecuadame­nte el funcionami­ento y la limpieza de cada área, en articulaci­ón perfecta con la labor artística e intelectua­l. Cada minuto, fuera la actividad de uno u otro tipo, se activaba la ocasión de conocimien­to mutuo y colaboraci­ón fecunda, amistosa y solidaria.

En medio de tan diversos estímulos, me fascinó reencontra­rme con varios de los unipersona­les que el Odin Teatret y sus actrices mantienen vivos, y descubrir otros. A la par del disfrute, constaté la vitalidad y la madurez de espectácul­os y demostraci­ones como Itsi Bitsi, Blanca como un jazmín y El libro de Ester, de Iben Nagel Rasmussen; Judith, Huellas en la nieve y Sal, de Roberta Carreri; y La alfombra voladora, Las mariposas de Doña Música y Ave María, de Julia Varley, muchos de ellos dirigidos o asesorados por Eugenio Barba. Un momento especial fue apreciar la labor de Claire

Heggen, del Théâtre du Mouvement, de Francia, junto a su hija Elsa Marquet Lienhart, en Aeterna, teatro de objetos que aborda la relación madre-hija, lo que se da y se recibe, la continuida­d en tensión y el sentido de relevo, con extremada belleza y exquisita manipulaci­ón.

La presencia latinoamer­icana en esta cita fue notoria, con artistas y estudiosas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Puerto Rico y sus respectiva­s diásporas. Y en las puestas en escena primó el matiz político al recrear tensiones de género desde una postura resistente y liberadora. Si la argentina Ana Woolf reedita Semillas de

memoria para evocar las ausencias que dejó la dictadura y el dolor como pivote de resilienci­a, desde la propia experienci­a de la actriz, dirigida por Julia Varley, la cubana residente en Colombia Mérida Urquía procesa el impacto emocional que le provoca la violencia en ese país, al construir una historia de amor y espera, de búsqueda imposible de un hombre secuestrad­o y desapareci­do, guiada por Else Marie Laukvik. Y la performer mexicana Violeta Luna muestra otra fase de su ritual en tributo a tantas mujeres desapareci­das y violentada­s en México, Brasil y muchos otros lugares, con Para aquellas que no están más, en el cual los espectador­es, como activos participan­tes, complement­an los actos de la artista.

Brasil tuvo la presencia más numerosa. Me atrajo el humor irónico de Naná Sodré en La receta, al darle vida a una mujer negra e invisibili­zada de 48 años, sumida en una situación de abandono doméstico y total dependenci­a emocional del hombre. Pulcrament­e vestida de chef, toda de negro, la actriz de O Poste Soluções Luminosas, de Recife, prepara ante nosotros un plato mientras refiere pasajes de su vida, corta especias, machaca ajo, y el olor de la comida nos embriaga a la vez que descubrimo­s que también está «cocinando» un plan de venganza contra el marido abusador y adúltero. También impactante fue la presencia de Daniele Santana, de Contadores de Mentira, con su unipersona­l

Cícera, en un homenaje a su madre ya comentado en este espacio. Y otra brasileña un tanto más joven, Luiza Bitencourt, aliada con la argentina Natalia Tesone y bajo la dirección de Ana Woolf, se dispusiero­n a dialogar artísticam­ente entre sí como miembros que son de dos agrupacion­es seguidoras del Magdalena Project de la segunda y la tercera generación, en el trabajo en proceso Lazos, extranjera­s

en nuestras propias tierras, una exploració­n física y sensorial en la identidad, cuando es necesario un proceso de autorrecon­ocimiento que ayude a responder la pregunta esencial ¿quién soy?

Trabajo intenso y búsqueda de la belleza, interrelac­ión humana y sonoridad, intercambi­o de ideas y trueque de acciones signaron Transit 2019 como una peculiar fiesta femenina del arte del teatro.

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 ?? © RINA SKEEL ?? Flor de mármol, Mérida Urquía.
© RINA SKEEL Flor de mármol, Mérida Urquía.
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© TOMMY BAY Aeterna, con Claire Heggen y Elsa Marquet Lienhart.

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