Una posibilidad de sentirme útil
Entre los diversos eventos que se realizan en nuestro país, ya sea la Feria Internacional del Libro de La Habana, el Festival de Ballet o el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, ninguno de estos se encuentra huérfano de la presencia de multitudes que consumen de forma crítica todo aquello que pueda enriquecerlos espiritualmente. Sin embargo, hay un evento de carácter anual que, de alguna manera, representa para el cubano el fundamento del arte con el cual se le identifica y este no puede ser otro que la música, razón absolutamente justificada para la presencia del Cubadisco entre nosotros. Organizado por el Instituto Cubano de la Música, bajo los auspicios del Ministerio de Cultura, desde finales de los años noventa dicho evento otorga la mayor importancia a proyectos discográficos cubanos por el elevado rango artístico que los distingue. Para que nos actualice acerca del Cubadisco 2020, Arte por Excelencias entrevista a Jorge Gómez, presidente de la cita discográfica cubana.
«Tengo la suerte de ser fundador de Cubadisco, en particular del Premio Cubadisco, de modo que, en los últimos años, mi vida ha estado muy ligada a los conceptos de este evento. Siempre he participado en discusiones —porque hay mucha polémica— sobre el papel que juega la industria en el estatus de la música contemporánea, el de esa compleja estructura donde están los elementos promocionales, la propaganda, la búsqueda de los mercados, las múltiples formas de proceder para hacer llegar los productos musicales hacia otras latitudes. Si algo hemos tenido claro desde el momento en que se fundó Cubadisco es que por razones de sobra conocidas, una música que tiene la calidad y la potencialidad comercial, la que se hace en Cuba, está casi totalmente fuera de esos mercados. Ahí es donde entra a jugar Cubadisco.
¿ESTAMOS HABLANDO DE UNA PLATAFORMA PROMOCIONAL DECISIVA?
No es que sea una varita mágica, pero eventos como Cubadisco significan un punto de partida para llamar la atención de todos esos agentes que intervienen en la industria y en el comercio, en torno a una música formidable como la cubana. Es un evento que siempre tiene que estar en el borde entre lo que es la música, con sus excelencias, y el mercado; en las sutilezas con que hay que abordar un producto cultural que necesariamente entra en esos mecanismos. Es clave su apuesta por la seducción. Tiene que tener una clara dirección hacia donde apuntar para que tenga una verdadera efectividad, más allá de la fiesta a la que siempre nos convoca.
¿CUÁNTO HAY DE JORGE GÓMEZ EN SU EMPEÑO POR LLEVAR EL EVENTO HACIA PLANOS SUPERIORES?
Para mí siempre ha sido una de esas posibilidades que tengo de sentirme útil. Cuando fui nombrado al frente del Comité del Premio, traté de hacer visible el respeto que le tengo a la historia de esa entidad. Y una de las mejores formas de hacerlo ha sido acercar sus mecanismos —y su ética— hacia la realidad actual y el presumible futuro inmediato de nuestra música. Sin chovinismo: tenemos una buena parte de la mejor música del mundo.
¿SATISFACCIONES?
El Premio me ha dado muchas. También me ha dado tristezas. Pero lo más importante es todo lo que he aprendido durante estos ya casi cinco años, mucho más de lo que imaginaba acerca de la industria musical y del alma de los hacedores de la música. Cada vez estoy más convencido de la importancia que