AS (Andalucia)

A La Roja a Londres

Shaqiri marcó el empate ●

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Suiza jugó con un jugador menos desde el 77’ por expulsión de Freuler Italia, rival en semifinale­s

córner, dos córners, varios córners después Suiza se hacía grande y España, pequeña, aunque Unai Simón no tuvo que emplearse a fondo. Era un partido que necesitaba el pasapuré para ver buen fútbol y que alcanzó el descanso con Suiza vencedora en córners (4 a 3), disputas (7 a 1) y balones recuperado­s (24 a 21), pero con un gol como un sol en el marcador del estadio Krestovski.

Era ese poco ahorro para tratar de llegar a semifinale­s, porque Suiza iba a apretar sí o sí. Por lo pronto, Luis Enrique se vio obligado a tocar el equipo ante las molestias de Sarabia. Olmo entró por él, lo que no cambiaba la partitura. Lo mismo ocurrió cuando Gerard Moreno suplió a Morata en el 54’. Dos minutos más tarde llegaría el gran susto tras un cabezazo de Zakaria que se marchó rozando el poste derecho de Unai. Zuber también rondó el gol (63’) y en el 68’, la moneda cayó cruz. La mala suerte quiso que en un corte de Laporte el balón golpeara en Pau y quedara franco para Freuler, cuyo pase de la muerte fue rematado a gol por Shaqiri. Pero, lo que es el fútbol, Freuler tornó de héroe a villano pues de esa asistencia decisiva pasó a una roja directa tras entrada a Gerard. Una acción dura, aunque quizá castigada en exceso. Era el 77’ y se abría una incógnita: ¿se encerraría­n los helvéticos para llegar a la prórroga? La respuesta fue inmediata, pues Shaqiri y Seferovic fueron sustituido­s solo cuatro minutos después. Y Suiza logró alcanzar la orilla.

Esos treinta minutos se convirtier­on en un continuo ataque de España hacia la portería de Sommer. Más que contra Elvedi, Akanji o Rodríguez, La Roja luchaba contra su propia desesperac­ión al ver cómo los minutos pasaban sin el premio del gol. Lo tuvo Alba, Oyarzabal y sobre todo Gerard en una volea a bocajarro que despejó Sommer (101’). Y en un remate de Llorente que bloqueó Rodríguez tirándose al suelo. Pero nada, el gol que tan simpático nos fue ante Eslovaquia y Croacia, resultaba esquivo. Las paradas de Sommer parecían el peor presagio de lo que nos aguardaba en la tanda de penaltis. Más aún cuando Busquets tiró al poste el primer lanzamient­o (sexta pena máxima seguida fallada por España). Pero ahí estaba Unai para echarnos una mano y luego dos hasta llegar al penalti definitivo que Oyarzabal embocó en la red. Como Rahm en el US Open. La alfombra verde espera esta vez en Wembley.

REPORTAJE GRÁFICO MORENATTI Y AGENCIAS

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