Cosas por su talento natural que no hace falta que un entrenador le enseñe”
45 minutos fueron espléndidos. Y la sensación de ellos con el 2-0 al descanso era que no se lo esperaban, yo sí pensaba que podíamos sorprenderles. A partir de ahí, empezamos a tomar decisiones con el 2-0. El planteamiento tras terminar 2-1 era de satisfacción, no podía ser de lamentarnos por haber perdido un gol de ventaja. A partir de ahí, tanto en la vuelta como en la final, la responsabilidad la tenía el rival. Hicimos un partido muy práctico, sin intención de abrir el partido, y muy completo, permitiendo sólo dos ocasiones claras que no les fueron suficientes. Y en la final hicimos lo mismo. Yo sabía que ellos se sentían ganadores, y esa pequeña falta de respeto en el subconsciente también la utilizamos nosotros. No nos iban a dejar pensar mucho, y en un momento dado perdimos el control de lo que queríamos, tener el balón. Presionarles arriba también nos costó. Entonces teníamos que plantear el partido a que pasasen pocas cosas, y en esas pocas, nosotros encontrar nuestro momento. Marcamos un gol de falta, ellos no tuvieron ocasiones claras. Planteamos un partido largo, en el que sabíamos que mentalmente ellos acabarían frustrándose. Con el 1-1 nosotros seguimos igual, y cuando bajaron físicamente por no haber encontrado el segundo, en la prórroga, encontramos nuestro juego. Sin tener ocasiones claras, pero incluso pensamos que podíamos ganar el partido.
—El balón parado os abrió la final, ¿cómo lo integra en los entrenamientos?
—Hoy en día analizamos mucho a los rivales. De domingo a domingo tienes más tiempo, pero si juegas jueves y domingo tienes menos tiempo. Trabajamos el día antes de partido, en vídeo y mentalizarles que la concentración sea igual en el minuto 1 y en el 90. Eso va en el individuo y en que tú seas capaz de activarle cuando percibes que está más cansado. —En su método es muy importante el convencimiento, ¿cuánto le ha mermado la barrera del idioma cuando ha ido al extranjero? —El otro día estuve hablando con un amigo mío que es director deportivo sobre su entrenador, y me decía que él convence a los jugadores, les dice lo bueno que son y se lo creen. Así funcionan en un estado emocional máximo. En mi trayectoria he intentado pensar siempre en positivo sobre los jugadores, que lo van a hacer bien, antes que pensar que están bajos de forma. Yo tenía una técnica con jugadores que salían del banquillo. Les decía “vas a marcar un gol”. Salían diez veces y no lo marcaban, pero cuando lo hacían en la undécima pensaba que es que el entrenador se lo había dicho. El hecho de que los jugadores tengan ese convencimiento… la clave está en que ellos quieran. Tenemos que tratar a los futbolistas como profesionales, pero más importante, como personas. Tener unos valores individuales y colectivos que los futbolistas lo lleven a lo máximo. El idioma es importante. Este director deportivo del que hablaba me llegó a decir que una parte de mí muy importante es la comunicación, que en España la consigues aplicar y que en el extranjero hay cosas que quizá no lleguen. En Moscú empecé con una profesora de ruso, pero lo dejé al mes porque veía difícil que ganase algo más y continué con el inglés. En Francia, tenía un poco de conocimiento de francés, pero lo primero que hice fue dar clases desde un mes antes de ir. Yo hablaba francés con el equipo, ¿era bueno? En un porcentaje alto sí, ¿pero para llegar a ellos? Posiblemente haya una parte de excusa en el idioma que me ha restado, y lo acepto. Pero Bielsa, por ejemplo, ha tenido éxito en el Marsella y en el Leeds con un traductor. —La gestión de vestuario cambia de un equipo como el Villarreal al del PSG, ¿hasta dónde debe llegar la flexibilidad de un entrenador hacia ciertos comportamientos dentro de la bendición de tener a jugadores como, por ejemplo, Neymar o Mbappé?
—Hay varias maneras de enfocarlos. Hay valores que algunos llevan implícito en su cabeza y es más fácil, otros con los que tienes que hacer una reeducación. Luego está la mentalidad. Todos queremos ganar, pero hay algunos que más que otros. Los jugadores de élite, normalmente, esa diferenciación la llevan, si no, no estarían ahí. Los valores… también hay que saber ser una estrella y no es fácil. Nadie les dice que no. Si te digo que no, no me importa que te enfades en el momento, quiero que reflexiones. El hecho de que tú, como entrenador, te adaptes a este tipo de futbolista también es importante porque a algunos jugadores tienes que decirles muchas cosas, a otros la mitad y a otros ninguna. En el segundo o tercer partido que jugó Neymar, sin haberlo trabajado, decidió sacar rápido en un córner porque vio a Kurzawa en buena posición y marcó gol. Yo pensé que esa jugada yo la suelo entrenar, pero que con ese jugador no hacía falta. Hay jugadores que saben hacer cosas por su talento natural. Pero desde luego que es más fácil trabajar con ese tipo de jugadores que con los demás.
—¿Le ha sorprendido el nivel de Gerard Moreno?
—Otra vez vamos a los valores. Gerard Moreno llegó con 14 años, fíjate el tiempo que lleva en el Villarreal. Empapándose de sus valores y creciendo en una atmósfera muy concreta. Llega a unos niveles de éxito ahora, con 28 años. Es un jugador que, desde esos valores personales, ha encontrado un hábitat muy bueno y ha encontrado una mentalidad ganadora. Son un producto de la persona, el club… Lo que más te agrada de tu tarea de entrenador es mejorar al futbolista. También ganar, pero eso va a ser una consecuencia.
—Dentro del privilegio de ser entrenador de élite, ¿cuál es el peaje que tienes que pagar a nivel personal?
—Esto te tiene que gustar. Yo soy feliz dentro de un campo de fútbol. Todo el tiempo que le dedicaba a ello, primero por supervivencia personal, porque sabía que ser jugador tenía fecha de caducidad, y después que era lo que me gustaba. Desde la necesidad a la pasión. Incluso cuando llegan las vacaciones necesito desconectar, pero pasan dos semanas y ya echo de menos algunas cosas. El peaje es estar fuera de tu entorno, aunque también por el camino haces amistades, conoces sitios… todo eso está muy por encima del peaje negativo que pagas.
—¿Qué sueños tangibles cree que le quedan por cumplir? ¿Triunfar fuera, entrenar a la Selección…?
—En el fútbol he aprendido que los objetivos no te los puedes plantear antes, tienes tú que ir alcanzándolos. A mí me gusta disfrutar de mi profesión. Si consigues logros, desde los títulos hasta entrenar a jugadores de un nivel mayor, te llena. Pero una vez que di el paso al PSG y al Arsenal, tengo ciertas ambiciones ya cubiertas. Lo que procuro es ser feliz en el día a día, crear un clima de buenas relaciones. Eso lo he encontrado casi siempre, pero este año me he sentido muy cómodo trabajando. Pero quiero dar un paso más con el Villarreal.
—¿Qué necesitan para ser competitivos en Champions este año?
—Quiero encontrar regularidad. Vuelvo a la liga, ser un equipo capaz de competir en ambas competiciones y encontrar la forma de estar siempre arriba. Personalmente, yo salí de la Real Sociedad. Tengo un sentimiento a este club muy grande, y he tenido alguna oportunidad, pero nunca se han dado las circunstancias. Yo quiero disfrutar del fútbol, de mi profesión… ¿entrenar equipos que me den un salto más? Sí, lógicamente, pero no es un objetivo, sino una circunstancia que se puede generar en base a mi recorrido.