A un suspiro del oro
Adriana Cerezo (17 años) pelea con bravura en una final de -49 kilos que se lleva la tailandesa Wongpattanakit por 11-10 ● Se decidió por un golpe a falta de apenas siete segundos
Adriana Cerezo piensa muy rápido. Así es capaz de ejecutar un golpe en la cabeza de una rival y defenderse centésimas después. De esa manera puede sonreír a la cámara y segundo después concentrarse de manera absoluta en un combate. Tiene 17 años, es de Alcalá de Henares, y la llaman la ‘joyita’ del taekwondo. Es la primera medalla española en los Juegos de Tokio 2020. Una plata en -49 kilos, una explosión de frescura en el arranque olímpico, aunque el oro se escapara por nada, por un suspiro de cinco segundos.
Sonó Thunderstruck de AC/DC en el Makuhari Messe. Justo después saltaban al tapiz la tailandesa Wongpattanakit (dos oros mundiales) y Cerezo, con su título europeo y una sonrisa final tras nueve horas de torneo. Con puño ganador antes de comenzar el combate. “Hay que ser optimista, de conformarse siempre habrá tiempo”, decía. Atómica iba. Test de peto y casco y a pelear... 4-2 a favor el primer asalto para la española. Subía la tensión... “Más dura, cuida la derecha. Eres más fuerte”, le gritaban desde la grada. Un golpe en la cabeza de Wongpattanakit cambió el rumbo. Con 8-9 en contra todo quedaba para los dos últimos minutos. Cerezo abrió la lata a 30 segundos, 10-9 a favor, pero un golpe a falta de apenas siete segundos (10-11) acabó con Adriana, que lloraba desconsolada. Tuvo el oro tan cerca...
Era el final de un día histórico para una adolescente en la vorágine de unos Juegos. “Parecía una pelí, se trataba de que no matasen a la protagonista”, se reía. Y fue ella la que eliminó rivales sin piedad. Primero acabó sin problemas con la serbia Bogdanovic y después aniquiló en dos asaltos a Wu Yingyu, doble campeona olímpica. En semifinales tumbó a la turca Yildirim en “un combate durísimo”.
“Es una persona que transmite su interior en el tapiz”, explica en AS Elena Benítez, campeona olímpica en Barcelona 92 cuando el deporte era exhibición. Da detalles técnicos de Cerezo: “Maneja muy bien las dos piernas. Sube arriba con facilidad. Y tiene una actitud ganadora acompañada con toma rápida de decisiones. Táctica y físicamente es una deportista muy evolucionada para tener sólo 17 años”.
Porque la recién presentada en sociedad Adriana tiene doble mecanismo: controla la tranquilidad y la velocidad de pensamiento. Tal vez su 13 (sobre 14) en la EBAU sea una pista de la inteligencia de la nueva medallista, capaz de dormirse en las cinco horas entre una semifinal olímpica y una final. “Traje mi almohada, mi sábana, comí un poco y al fisio”, explica antes de volverse un huracán que primero sonríe, luego se concentra, pega y celebra. Esta futura estudiante de Criminología, que aprendió taekwondo viendo películas de Jackie Chan y Bruce Lee con su abuelo es una deportista que desde muy joven trató de dejar atrás el estrés y se toma la competición “para disfrutar”. Así se lo inculca su entrenador Jesús Ramal, aunque a Adriana le brota sola la espontaneidad, en el tapiz, en la vida… y en los Juegos.
El taekwondo español sigue con su tradición de medallas desde que se hiciera deporte de pleno derecho en Sídney. En Tokio quedan dos balas más porque Adrián Vicente fue eliminado en cuartos de -58 kg.
Estreno Es la primera medalla española en los Juegos de Tokio
Benítez “Es una deportista muy evolucionada para su edad”