Nunca es tarde
El equipo de Ancelotti, líder en solitario gracias a dos goles de fortuna de Vinicius (86') y Benzema (88')
Ni Mestalla, que incluso a mitad de aforo es feroz. Ni Bordalás, que ha hecho de un alma en pena un equipo de altos hornos. Ni Hugo Duro, que con su gol le había puesto guasa al partido. Algo tiene el Madrid que le vuelve inmortal. Así ganó en San Siro. Así acabó con un Valencia con más corazón pero que murió de agotamiento ante la ceja alzada de Ancelotti, que no debe dejarse engañar por el marcador ni por el liderato. La victoria del Madrid fue un buen resumen del partido: con un tiro de Vinicius fatalmente desviado por Foulquier (tanto rebote en su favor es cosa de brujas) y con un remate de hombro de Benzema, que en un cabeceador de su tamaño es rareza.
Cabe otorgarle a Bordalás el reconocimiento de haber sabido acompasar, de modo exprés, al Valencia con su nueva normalidad, que está claramente por debajo de su historia. De la era imperial apenas quedan Gayà, Soler, Guedes y el ardor de Mestalla. El resto es lo que hay, que diría Piqué, que viene a ser echar de menos lo que no hay. Para colmo, horas antes del duelo se cayó del cartel Gayà, que el año pasado le dio un solemne repaso al Madrid. Y antes del primer cuarto de hora se rompió también Carlos Soler. Las dos alas del murciélago, quebradas. Así que, sin el auxilio de los mejores, tocó equipo, método y fiereza, las columnas del proyecto, que no está sobrado de estética, pero Bordalás siempre entendió que le pagan por ganar y no por hacerse el simpático. El contratiempo le obligó a remendar la banda izquierda con dos futbolistas que no juegan a ese palo: Foulquier y Hugo Duro. Y a cambiar de banda al primero cuando se lesionó Correia.
El Madrid no ha perdido tanto, pero tampoco deslumbra en el mercado, aunque pegara en el palo este verano con Mbappé. Hazard fue el último de la especie y hasta ahora ha parecido uno del montón en la plantilla. En la operación de tobillo parecieron extirparle también el atrevimiento. En Milán no jugó un minuto. Ponerle en Mestalla fue un mensaje de que aún le queda vida útil si se le dosifica. Y de paso Ancelotti evitó el impacto medioambiental de una segunda suplencia. Con él, el Madrid derivó hacia el 4-23-1, con Valverde vencido a la derecha, donde también es útil su capacidad pulmonar. Esta vez no sirvió. Y Hazard sigue apagándose demasiado pronto.
Desde el principio se jugó al vértigo de la ida y la vuelta. El Valencia puso la iniciativa, la recuperación rápida y la presión obstinada; el Madrid, lo suyo, la llegada. Antes del primer cuarto de hora, Casemiro, Valverde y Hazard tuvieron su oportunidad. El belga dejó una maniobra magnífica, con una medio ruleta tras frenazo en seco, pero Alderete