Minamino, ante la oportunidad de ser la estrella que prometía
■ En diciembre de 2019, Takumi Minamino (Izumisano, Japón, 1995) fichaba por el Liverpool y Japón enloquecía. Su jugador de moda en el equipo de moda. Una ventana al disfrute que quedó abierta para una caída que a duras penas intenta frenar. Era otra pieza más de Red Bull que terminaba en Anfield, debería encajar a la perfección en la idea de Klopp. Un extremo dinámico que se encumbró con aquel hattrick en la Champions al Rosenborg con el Salzburgo.
Y comenzó a hincharse el globo. Sus capacidades lo merecían, pero no digirió de la mejor manera su llegada a la Premier. Solamente 21 titularidades en dos años y medio, nunca se pudo consolidar a las órdenes del técnico alemán. La cesión al Southampton le debería haber servido para completar su adaptación a la Premier, pero, a pesar de que mejoró, no llegó a convencer al Liverpool, que no dudó en hacer dinero con él este verano. Ya se había cubierto con jugadores como Luis Díaz. Lo mejor de Minamino para el Liverpool fue su venta. Lo compró por 8,5 millones, no rindió y lo envió al Mónaco por 15. Obra maestra. “Hubo momentos en los que pensé qué hubiera pasado si hubiera jugado con más asiduidad en el Liverpool. Me esforcé en ello”, explica en Doha.
El extremo es uno de los hombres, lo ha sido, importantes de Japón en este ciclo mundialista. Se ganó el derecho a llevar el diez, pero en Mónaco no pasa tampoco por su mejor momento. Muy gris, sin convencer. Y llega el Mundial. Japón espera a su estrella, al menos a la que les hizo soñar en 2019. “Durante los últimos cuatro años, he estado pensando constantemente en cómo puedo contribuir más al equipo. Mantener mi puesto en el equipo ese tiempo no es poca cosa”, afirma.