Leganés: final adelantada en el destierro de los lunes
A por su primer triunfo en casa en el debut de Caparrós
Las finales no se juegan en lunes. Se juegan en fin de semana. Es una concesión al público. Un truco para llenar sus graderíos. Tampoco se disputan en otoño. Se disputan en primavera, en los estertores de temporada, cuando no hay margen de error y la climatología concede la tregua de un agradable calorcillo. Pero vivimos tiempos modernos. De fútbol moderno. La tele manda. Es la era de los lunes al gol.
Un día como hoy, laboral, de mediados de noviembre, con un frío incipiente y amenaza de lluvia (ergo, con amenaza de asientos vacíos), Butarque vivirá su primer destierro liguero al lunes. También su primera final del curso.
La batallarán Leganés y Osasuna. Unos, los pepineros, insisten en que no es una final. Regatean el término para no añadir presión a un partido que, sotto voce, sí que califican como clave no tanto por la matemática (suman cuatro derrotas consecutivas con dos goles a favor y doce en contra), como por lo anímico. Hay que cortar la racha, insisten. Como sea. Ganar contaría como triple victoria: se recolectarían los tres puntos, se evitaría el descenso y se hundiría a un rival directo al que mejor no alimentar de esperanza. Osasuna tiene experiencia en resurgir de entre los muertos.
En el lado navarro este partido también es una final. Más por lo que supondría perder (una palada extra de tierra sobre la tumba del descenso, incluso con entrenador nuevo), que por las consecuencias directas que ganar o empatar tendría en la clasificación. Debuta Caparrós. Ex del Leganés en sus tiempos de futbolista, el utrerano cambiará el sistema que usaba Enrique Martín (del 5-3-2 al 4-23-1) e inyectará testiculina en un equipo que viaja al sur de la M40 con tres porteros.