Sólo aquí está la plena felicidad...
Cristiano está molesto, tan molesto que en su cabeza está muy viva la idea de que quizás haya llegado el momento de cambiar de aires, no porque tenga algo en contra del país que le ha acogido ni del club que representa, sino porque no admite que se dude de su permanente empeño en cumplir sus obligaciones profesionales. Está claro que Cristiano está pasando por un auténtico calvario. Sufre sólo por pensar que lo puedan considerar un defraudador. Siempre han ido en ese sentido sus instrucciones a sus abogados, sabe que es el responsable último por todo lo que firma, pero confía en que los especialistas en cuestiones fiscales tan complejas siempre lo hagan bien.
Cristiano siente que se le esta injustamente criminalizando, que se ha dañado irremediablemente su imagen cuando lo justo sería esperar que la Justicia se pronuncie y aclare si tienen o no razón los fiscalistas que creen en su inocencia al considerar que todo se resume en una divergencia técnica. El enfado de Cristiano no debería ser irreversible, pero para eso hace falta que Florentino tome el tema muy en serio, procure tranquilizar la situación y le haga ver que el madridismo le admira, le quiere, que de ninguna manera desea que se vaya, que este es el club donde lo ha ganado todo y que, pese a lo desagradable de problemas como éste, no hay otro club que le pueda ofrecer mayor felicidad.