AS (Aragon)

Su círculo piensa que éste será su mejor año de blanco

- G. CASTRO, I. ÁLVAREZ

Tendrían que haber visto la cara de Bale cuando, recién cumplidos los 22 años, se cruzó al final de un partido con el equipo de

Sky Sports que, desde casi dos décadas atrás, cubre el fútbol español en Inglaterra. Era al final de un partido de la Liga de Campeones con el

Tottenham. Se paseaba por la zona mixta con unos auriculare­s para no contestar a las preguntas pese a haberse convertido en una de las estrellas del equipo. Al verles, se paró, le cambió la cara, dejó de escuchar música y empezó a preguntar como lo hacen los chavales ingleses enamorados de nuestra liga: ¿Cómo van las cosas en el Barcelona? ¿Quién es el mejor del mundo, Messi o Cristiano? ¿Quién será el próximo entrenador del Madrid? Bale es de la generación de británicos que creció admirando LaLiga, su glamour, las estrellas que visten las camisetas de uno de los grandes. Gareth escogió, como sus coetáneos, un equipo español para seguir de cerca: el Madrid. Y hoy vive todavía el sueño de jugar en el Bernabéu.

Puede que alguno no le crea, pero cuando se habla de su futuro, Bale siempre dice lo mismo: “¿Dónde voy a ir que esté mejor que aquí?”. En el tiempo que ha estado en el Real Madrid ha cambiado su estilo. Paul Clement pasaba horas después de los entrenamie­ntos haciéndole entender el juego entre líneas, la paciencia, cuándo centrar, cuándo chutar. Tiene tal fuerza física que creía ser capaz de todo, pero tras un inicio importante, se fue apagando porque estaba disperso sobre el campo. Llegó pensando que pasaría de un trabajo pequeño (jugar en la banda, centrar, ayudar a Cristiano Ronaldo) a uno grande, pero los plazos no se cumplían y su entorno presionó para que pudiera jugar de diez. El cambio táctico no salió con Rafa Benítez, y aceptó los consejos de Zidane para aplicar lo que había aprendido y afectar el juego de ataque.

Bale ha disfrutado la libertad que le ha dado el preparador francés, aunque a veces abandone sus obligacion­es defensivas. El año pasado le frustró que su cuerpo detuviera su progresión y este se ha encontrado con un obstáculo nuevo: se duda de su titularida­d. Los que llegan tan arriba lo hacen porque no se amilanan: acepta el reto. Así que su círculo, que sospecha que hay una campaña mediática contra el galés, entiende que las condicione­s son perfectas para que éste sea su mejor año.

El futuro de Marcos Llorente, que ayer no se dejó ver sobre el césped de Valdebebas, sigue en el aire. Esta noche, a las 23:59 horas, se echará el cierre al mercado de fichajes y el madridista todavía no sabe dónde jugará. Zidane quiere que se quede, pero Llorente conoce la dificultad de contar con minutos en la plantilla. Oportunida­des que sí encontrarí­a en el Atlético o en el Sevilla, las dos únicas opciones disponible­s.

El club rojiblanco busca un recambio de garantías para Gabi. La retirada de Tiago, ahora en el cuerpo técnico del Cholo, ha dejado un hueco libre en la medular. Hay un inconvenie­nte. El Atlético no puede inscribir jugadores hasta el mes de enero, por lo que tendría que salir cedido a otro equipo o ejercitars­e sin competir hasta 2018. El Sevilla es otro de los posibles destinos del canterano. Marcos Llorente tendría la oportunida­d de destacar tanto en LaLiga como en la Champions. En Nervión también hay otro contratiem­po. N’Zonzi no ha abandonado la disciplina sevillista, un hecho que podría frenar su llegada, ya que francés sería una competenci­a directa para el canterano.

Clubes como Liverpool, Tottenham, Bayern, Dortmund y Leipzig se interesaro­n por el futbolista.

Traspaso El Madrid no tiene opción de ceder al jugador, sólo podría venderlo

La ventana de traspasos cerró ayer en ambos países. La opción de salir de España ya está totalmente descartada.

Su situación es un poco compleja. Marcos Llorente ya no puede volver a salir cedido del Madrid. El club, por contrato, tiene estipulado una única cesión, cumplida la campaña pasada en el Alavés. La entidad madridista sólo podría traspasarl­e, aunque se podría reservar una opción de recompra o de tanteo para recuperarl­e en un futuro. Una operación que ya se hizo en el pasado con Carvajal y Morata.

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Llorente, con el Madrid.
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