Hubo plagio del logo y las subsedes no querían pagar
Murofushi, el director deportivo del evento y oro en martillo en Atenas 2004. La Villa Olímpica acogerá en 44 hectáreas a 11.090 deportistas y 4.500 paralímpicos.
La eficacia japonesa pretende ofrecer soluciones para cualquier contratiempo. Se reforzarán las medidas de seguridad y, para evitar aglomeraciones, las empresas entrenan a los suyos para que trabajen en sus casas. A los 35 millones de habitantes se unirá casi otro millón diario de visitantes. También se incrementará la frecuencia de las líneas de metro y tren (con unas 800 estaciones en la actualidad) y se ampliará la abundante oferta hotelera. Y el programa incluirá cinco nuevos deportes (béisbol/sóftbol, surf, kárate, escalada y skateboard) respecto a Río 2016 para un total de 33.
Aunque prima la buena voluntad, Tokio no ha quedado exenta de polémicas. Desde el plagio del logo, hasta la negativa de las subsedes (seis prefecturas y cuatro localidades) a pagar por adaptar sus instalaciones. World Rugby presentó una queja formal porque no se usará el Estadio Olímpico para su Mundial de 2019, fecha inicial de entrega. Las aguas de la Bahía no cumplen de momento los estándares. Sin embargo, impera la confianza. “Ofreceremos una imagen de inclusión, igualdad de género y modernidad”, concluye Murofushi.
Polémica