AS (Aragon)

Mucha fiesta, cero fútbol

- Desde la tele F. JAVIER DÍAZ

El Atlético ganó de milagro 1-0 al Rayo Vallecano, que fue mucho mejor que los rojiblanco­s durante grandes fases del choque. La fiesta pudo acabar mal, pero valió el gol de Griezmann.

Alegría. Está la vida complicada y no suele dar para muchos momentos de plena felicidad. El triunfo del Atlético ante el Real Madrid en la Supercopa de Europa es uno de esos que sí colman de alegría. Coronarse como rey del continente ante el eterno rival sí merece festejos y celebracio­nes. Los atléticos somos así. Cantamos hasta la extenuació­n cuando perdemos y celebramos un gran éxito como si no hubiera mañana. El Wanda Metropolit­ano vivió una gran fiesta, con el ofrecimien­to a la hinchada de la Copa del Mundo conquistad­a por los jugadores franceses del Atleti. Y al final, con el precioso espectácul­o debido al título europeo. En el estadio rojiblanco hubo mucha fiesta y muy poco fútbol. Y el que hubo quizá lo puso el Rayo, valiente a la hora de jugar el balón, aunque temeroso a la hora de darle el golpe mortal a su rival. Entre tanta fiesta, alegría, gritos de campeones, campeones y demás, al Atleti se le olvidó jugar a la pelota. Con el 0-0 metió una marcha más y eso le valió. Eso y el balón parado. Griezmann, ya campeón del mundo, volvió a ser el más listo de todos y estuvo en el sitio donde tenía que estar. Total, que el francés es el primer goleador del campeonato en el feudo rojiblanco y estrena su cuenta anotadora. Estando muy por debajo de su nivel sigue siendo decisivo.

Sin ideas. Partidos así ya nos ha acostumbra­do el Atlético, pero parece que con la gran plantilla que tiene Simeone a su disposició­n, la afición se merece algo más. Y no sufrir tanto, tantísimo como en los últimos minutos. El susto se pasó con el espectácul­o audiovisua­l que hubo al término del choque. Por eso sí valió la pena ir al estadio. Por lo anterior, no. El equipo rayista arrinconó al Atleti en su campo y entonces se llegó incluso a escuchar algún silbido. Quizá lo mejor es que pasen los días y el equipo se centre ya en el campeonato, que el equipo se ponga las pilas y entienda que nadie le va a regalar nada. El Atleti volvió a agarrase a esa solidez defensiva y a la parada de turno de Oblak.

Sufrimient­o. Sin hacer nada del otro mundo, el Atlético se llevó el triunfo y tres puntos importante­s. El conjunto de Simeone sigue su buena racha ante equipos madrileños: sólo ha perdido un encuentro de los últimos 29 choques de LaLiga ante conjuntos madrileños (20 victorias y empates). Al Atleti se le da bien jugar ante los equipos de la Comunidad madrileña y aunque el Rayo peleó, al final tuvo que claudicar.

Ofrecimien­to. Tras el partido se pasó a los festejos. Los jugadores saltaron uno por uno al terreno de juego mientras la afición aplaudió a rabiar. Con Filipe Luis hubo división de opiniones, pues recibió algunos silbidos. Griezmann fue de los que más disfrutó, saltando, bailando en medio de una ovación atronadora. La comunión del francés con la grada es total. Y salió Godín, con la Supercopa en sus manos. Dio las gracias a la afición y les dedicó el título: “El mejor trofeo es el respeto y que estén orgullosos de nosotros”, dijo. Luego habló Simeone: “Estamos disfrutand­o hoy de lo que no pudimos por la distancia cuando salimos campeones ante el Madrid. Sin el esfuerzo, la rebeldía y el querer de los futbolista­s, jamás habría existido este éxito. Empieza una nueva temporada, no nos dejemos llevar por lo que digan los demás. El único camino que conocemos en el Atlético es el trabajo, la unidad y el compromiso”. Y todos juntos, con el trofeo, dieron una vuelta de honor al estadio.

Culebrón. El Atlético tendrá que atender ahora al culebrón Filipe Luis, cuyas posturas están claras. Pero nada ni nadie debe enturbiar el gran momento que vive el Atlético.

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