Doncic anotó siete puntos en los últimos 100 segundos
La maldición de los Mavs fuera de casa enseñaba los dientes. La incapacidad del equipo de Carlisle para cerrar partidos a domicilio (418 ahora), el lastre que amenaza con sacarles definitivamente de la terrorífica carrera por los playoffs del Oeste, sobrevolaba Mineápolis. Allí, los Wolves habían dado la vuelta a un partido del que parecían a punto de descolgarse tanto en la primera parte (37-51) como en los minutos finales: 95-105 a falta de 5:50. Apareció Towns (30 puntos) y el 95-105 se convirtió en un 111-110 a 100 segundos del final. La inercia parecía llevar otra vez a la picadora a los Mavs. Y entonces sucedió, sencillamente, Luka Doncic.
En esos 100 segundos, el esloveno cogió el balón y ganó el partido. Con 19 años y 317 días, la edad exacta con la que Markelle Fultz, el número 1 del draft de 2017, se dio una de sus pocas alegrías al ser el jugador más joven en lograr un triple-doble. Doncic se quedó (29 puntos, 8 rebotes y 12 asistencias) a dos rebotes de igualarlo a pesar de que pasó por el descanso en 15+7+7. Pero es el segundo jugador de menos de 20 años con un partido de al menos 20 puntos, 5 rebotes y 10 asistencias. El otro es LeBron James. Doncic se convirtió, y así ganó el encuentro, en el primer novato con tres canastas para adelantar a su equipo en el marcador en los últimos dos minutos de un partido desde Vince Carter en 1999. Por entonces, Doncic acababa de cumplir un mes.
En la secuencia final anotó dos veces superando a Rose, la primera con una bombita forzada por la derecha (111-112) y la segunda con un mate muy rápido mientras llegaban a la ayuda Gibson y Towns (113-114). Doncic pudo ser villano y acabó siendo héroe. Primero falló en el saque de banda tras tiempo muerto, pero después llegó botando, se paró y anotó un triple ligeramente escorado a la derecha. Su séptimo punto en esos 100 segundos finales y el tiro ganador, porque los Wolves ya no sacaron nada en limpio y Harrison Barnes sentenció desde la línea de personal. Huele a leyenda. Y huele cada vez más a all star. Porque del Novato del Año ya ni hay que hablar: lo tiene en el bolsillo con una ventaja sideral sobre cualquiera.