"Quizá me falten los Juegos, pero estoy contento con lo logrado"
—Fenomenal, muy contento y muy honrado de portar el maillot arcoíris. Aunque nada se puede comparar a la explosión de felicidad que noté cuando crucé la línea de meta de Innsbruck. Ese grito y ese abrazo con Escámez (Juan Carlos, su amigo, masajista y confidente). Ufff, se pone la piel de gallina al recordarlo. Eso sí, no me veo diferente excepto por haber logrado ese ansiado título. Continúo igual, con las mismas ganas de entrenarme, de competir y de vencer.
—¿Se respeta más a un oro mundialista dentro del pelotón?
—Sí. Nunca me quejé del trato recibido anteriormente, siempre se me respetó, pero sí que se ha acercado más gente a felicitarme, y los saludos siguieron en Mallorca y Valencia, las primeras citas de 2019. Sobre la vigilancia, imagino que no cambiará. Me marcaban mucho antes y me controlarán mucho ahora.
—Cuando se enfunda el maillot, ¿es consciente de tanta magnitud? ¿Le impone a usted y supone más presión, o impone a los rivales y se convierte en un plus de confianza? —A estas alturas de mi trayectoria deportiva existen pocas cosas que me pongan nervioso. Diría ambas cosas, ya que conozco la responsabilidad que conlleva vestir de arcoíris y sí que me ha dado tiempo a comprobar que los adversarios te miran diferente, como si fueras más temible, aunque no me siento más fuerte. Las piernas son las que son.
—Después de toda una carrera a la caza del Mundial, con otras dos platas y cuatro bronces, ¿luce bien lo que refleja el espejo?
—Me queda bien, ¿no? Creo que encajo cojonudo. Tras seis medallas en las que acaricié el título, el oro de Austria le pone la guinda a mi palmarés.
Carrera