AS (Aragon)

Despedida de soltero

- DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO

Fiesta total en el Bernabéu. La afición estuvo de 10 y el equipo resquebraj­ó el muro sueco gracias a dos penaltis justos y un Ramos en plan capitán. Vacaciones muy merecidas.

La fiesta de España. Tarde de fiesta en el Bernabéu. Ambiente veraniego, con muchos padres con sus hijos felices, la mayoría con las clases ya acabadas y los deberes resueltos. Bajaban por la calle Padre Damián, Rafael Salgado, Concha Espina y La Castellana. Camisetas casi vintage (de Raúl, Puyol, Casillas, Torres...), bastantes de un reciente poso nostálgico (Iniesta, Silva, Villa...) y del presente muchas zamarras del equipo ‘local’ (las de Ramos e Isco

dominaban sobre las de Asensio y Carvajal), salteadas por varias de Saúl, Morata, Busquets y hasta Parejo, que fue definido por Di Stéfano como “la joya de la cantera de Valdebebas”. El calor de la grada fue de menos a más, como la Selección de Luis Enrique/Robert Moreno.

Antes del partido sonó el clásico Que Viva España de Manolo Escobar, tarareado con entusiasmo incluso en la zona de hinchas suecos. Las vacaciones en Torremolin­os es lo que tiene. Al descanso, pese al 0-0, los latidos musicales y epidérmico­s se elevaron con la megafonía al poner Paquito El Chocolater­o. Los jugadores fueron recibiendo los inputs de los poblados graderíos. 72.000 espectador­es sólo los hemos visto este año en Chamartín en Champions y en los duelos con Barça y Atleti.

Pero como el muro amarillo no caía, el personal tiró de ingenio y recuperó la ola, que se hizo célebre en el Mundial de México 86, el que encumbró a Maradona y a Butragueño, que casi acaba en La Moncloa. Entre ola y ola, a lo que se unió con fuerza el pegadizo “A por ellos, oé”, se fue acercando el momento cumbre de la velada...

Vivan los novios. Sergio Ramos, capitanísi­mo, estaba deseando llevarse una alegría en su particular despedida de soltero futbolísti­ca. Una mano inocente de un sueco (Larsson

quiso hacerse el ídem, pero el escocés Collum le cogió la matrícula) señaló ese punto de penalti, más conocido ya como el punto de Ramos. El camero es más fiable en esta suerte que Spielberg haciendo películas taquillera­s. Cuando el portero espera el Panenka, él le amaga y se la pone a un lado. Y si Olsen hubiera elegido un costado le habría tirado el Panenka. Este curso lleva 11 de 11 (¡pleno!), ha alcanzado a Zarra y se permitió el lujo de hacer vestuario dejando a Morata que tirase el penalti que el propio Álvaro se había fabricado con su calidad. Ramos es un tío que tira del carro del Madrid y de España. Y no le pesa. No me extraña que haya sido capaz de convencer a los míticos AC/DC para que vayan a su boda. Sergio, mucha envidia sana maestro.

Euro 2020. Sacarle cinco puntos a suecos y rumanos con sólo cuatro jornadas disputadas refleja que tras los fiascos de las tres últimas grandes citas

(Brasil 2014, Francia 2016 y

Rusia 2018) tenemos derecho a resetearno­s y creer en un futuro mejor y más anticiclón­ico. Cierto que hay jugadores como Asensio o Isco a los que les podemos pedir más. Pero cada día hay brotes verdes a los que agarrarse (Kepa titular asentado y

Oyarzabal espléndido en el 3-0) y veteranos que dejan claro que serán importante­s en la Eurocopa (Parejo, Navas, Cazorla...).

Gracias, Bernabéu. El partido acabó con los suecos rendidos y más aburridos que una carta de ajuste. Jugaron al 0-0 y desde el gol de Ramos se preguntaro­n qué debían hacer con eso llamado “pelota”. El Bernabéu disfrutó y fue fiel a su misión: ser el jugador número 12. Seguro que Sergio Ramos no hubiera imaginado mejor despedida de soltero...

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