Eddie Jones: el hombre tras la sorpresa
En un último arrebato de capitán, antes de amanecer la segunda parte, Kieran Read reunió a sus tropas para una arenga final que sugería un arreón negro de los que no dejan prisioneros. En lugar de eso, y tras otro posado anulado por un adelantado en un maul inglés, Nueva Zelanda se perdió sin remedio en la tela de araña de su rival y acumuló hasta 19 pérdidas. Los golpes de castigo cayeron poco a poco y George Ford, apuesta de Eddie Jones en el 10 y quirúrgico todo el partido, pasó tres de ellos para el 19-7.
Quedaron diez minutos por delante para admirar la gesta inglesa y ver a los All Blacks descomponerse, con Barrett corriendo como un pollo sin cabeza o Whitelock ajusticiando a Farrell con un manotazo de época en una abierta. Todo bajo la atenta mirada de Eddie Jones en su atalaya. Humanizó a un equipo que traía dos Mundiales seguidos bajo el brazo y 43 victorias en 51 partidos del ciclo mundialista. Y todo con una media sonrisa en la cara.
Deriva Nueva Zelanda, 19 pérdidas, cayó en la maraña inglesa
■ A Eddie Jones se le ha encumbrado y defenestrado a partes iguales desde que la RFU le contrató para hacer olvidar el desastre inglés en el Mundial de 2015 como el primer seleccionador extranjero de su historia. Lenguaraz y polémico, pasó antes por las selecciones de Japón y Australia y clubes como Saracens o Brumbies. Ha incorporado métodos de Guardiola o los ciclistas del Tour de Francia al equipo y ha manejado la guerra psicológica con maestría. Ahora recoge los frutos.