AS (Aragon)

“Kohl no quiso que el Leverkusen fichara a Sammer”

Calmund

- J.C.M. / MÚNICH

Vivimos momentos convulsos. De crispación. A día de hoy, los muros y las fronteras parecen estar más de moda que la unidad y la convivenci­a. No hablo solamente de la situación en España, sino en todo el mundo. Como hijo de padres sevillanos (uno de ellos, muy a mi pesar, sevillista), nací en Múnich nueve meses antes de que la caída del Muro de Berlín supusiera el punto de partida de una reconcilia­ción que necesitó de muchos años más para producirse de manera definitiva. Fue 17 años después, durante el Mundial de 2006. Alemania cayó en semifinale­s ante su verdugo italiano, pero cuando ellos hablan de aquel mes de verano, de sol y felicidad, siguen hablando de su Sommermärc­hen. Su particular cuento de hadas estival. Fue la primera vez, después de muchos años de complejos, que el país se tiñó de negro, rojo y oro. De sus colores. Sin pudor por el pasado. Orgulloso del presente e ilusionado por el futuro.

Más de una decada y media de superación, tanto política como social, no fue capaz de lograr lo que un simple balón de cuero evocó en 80 millones de alemanes durante aquellos meses de junio y julio. Ocho años después, en 2014, volvieron a ganar un Mundial. Fue el cuarto, pero la euforia tras la final de Río de Janeiro y todo lo que aún esté por venir quedará eclipsado por lo que significó aquel 2006. Supuso el final de las barreras entre alemanes, de los prejuicios ante alemanes (sí, aquí también sale el sol) y de vivir en el pasado alemán. La memoria permanecer­á. Debe hacerlo. Se construyó un muro que les dividió. Pero ellos y un balón terminaron derribándo­lo. Que sirva de ejemplo.

¿Dónde le pilló aquel 9-N de 1989?

—En casa. Me llamó un familiar y después batí el récord mundial de permanecer sentado delante de una tele. La apagué a las cuatro de la mañana, con los ojos como platos. Sólo me ocurrió dos veces más.

—¿Cuándo?

—El día que aterrizamo­s en la luna y el 11-S.

—¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza cuando vio caer el Muro?

—Que tenía que estar allí. Cayó un jueves y el viernes ya estaba sentado en un avión rumbo a Berlín. Necesitaba verlo con mis propios ojos. Algunos jóvenes me reconocier­on como mánager del Leverkusen y estuvimos discutiend­o hasta por la noche. Cuando nos entró el cansancio les pagué dos habitacion­es de hotel y seguimos hablando durante el desayuno. Cada vez que jugamos en Berlín vuelven las imágenes. De hecho obligo a los jugadores a visitar la antigua frontera entre los sectores. Es necesario.

—Wolfgang Karnath fue decisivo en su estrategia para captar el talento de los jugadores de la RDA.

—Wolfgang era un tío astuto. Trabajaba en Bayer

(matriz del Leverkusen) como auxiliar de laboratori­o y también solía echar una mano en el club. Era perfecto para lo que queríamos.

—Pescar en los clubes del Este.

—Era el momento apropiado. El más rápido se llevaría el pastel y no tardamos en trazar un plan. La selección de la RDA se enfrentaba en Viena al combinado austriaco en la fase de clasificac­ión para el Mundial. Conseguí una acreditaci­ón de fotógrafo para Wolfgang y después del partido ya estaba sentado, con su cámara y su peto, al lado de Sammer. Un genio. Yo estaba en Colonia viendo el partido entre la República Federal y

Gales. Entonces no existían móviles. De repente, un amigo periodista me pasó uno de aquellos teléfonos fijos que usaban para pasar las crónicas. Era Wolfgang. Tenía las direccione­s de los jugadores.

—Terminó fichando para el Leverkusen a Andreas Thom, el primer jugador de la RDA que jugó en la Bundesliga.

—Me reuní con él en su casa para convencerl­e. Estaba nervioso. Normal, las paredes en la RDA tenían orejas, pero le dije que todo se llevaría a cabo de manera oficial. Accedió. Después también fichamos a Ulf Kirsten, que fue el máximo goleador del Leverkusen en la década de los noventa.

—También intentó el fichaje de Matthias Sammer, pero el canciller Helmut Kohl lo evitó.

—Así es. Le dijo al director de Bayer que no podía ser que una empresa del Oeste comprara a tantos jugadores del Este y mi jefe me prohibió el fichaje de Sammer. Fue una pena. Después fichó por el Stuttgart y con ese equipo ganó la liga en 1992 y también fue Balón de Oro en 1996. Hubiera hecho campeón al Leverkusen.

La caída Ese día batí el récord mundial de ver la televisión”

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Reiner Calmund.

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