El ‘Emperador’ del fondo que nunca perdió la sonrisa
■ Haile Gebrselassie irrumpió en el atletismo mundial a principios de los noventa. Era un corredor bajito, de aspecto simpático, que llevaba un brazo de manera poco ortodoxa, demasiado elevado. El motivo era porque de niño tenía que correr 10 kilómetros para llegar a la escuela, y esa postura era la de haber portado los libros. “Aquello me hizo ser corredor”, explicó a AS el atleta que tuvo el sobrenombre del Emperador
y que se ganó al aficionado con su sonrisa.
Haile tenía la hegemonía en los 10.000 metros, en los que sumó cuatro títulos mundiales (1993, 1995, 1997 y 1999) y dos olímpicos (Atlanta 1996 y Atenas 2000). Todos seguidos. Sin fallar. La fórmula era correr a un ritmo altísimo y ejecutar su tremendo esprint final, que sufrió sobre todo Paul Tergat, su némesis keniana. Gebre firmó cuatro récords mundiales de 5.000 y tres de 10.000. Hasta los Mundiales de París 2003 (plata) dio guerra en la pista, pero después tocó el irremediable paso a la maratón...
En los 42.195 metros también hizo su revolución. En 2007, en Berlín llevó el récord a 2h04:26, quitándoselo de nuevo a Tergat. Y en 2008 lo trasladó a 2h03:59 y derribó otra barrera. Las bases de lo que evolucionarían Bekele y Kipchoge.
“Soy feliz con mi tiempo”, dice Gebre, que fue presidente de la Federación Etíope y tiene negocios de agricultura y hostelería. Siempre con una sonrisa