Japón debe dar solución a una Villa vendida
■ Thomas Bach, presidente del COI, expresó hace unos días que quiere unos Juegos con Villa para los deportistas, no hoteles. "Es donde late el corazón de los Juegos y debemos encontrar la mejor soclución posible. Todos los que alguna vez vivieron en la Villa saben que es la verdadera experiencia olímpica", advirtió el alemán, campeón de esgrima en Montreal 1976 por equipos. Pero buena parte de los 5.600 nuevos apartamentos construidos en la zona de Harumi están ya vendidos y sus inquilinos debían recibirlos en el mes de octubre, a la finalización de los Paralímpicos. Un auténtico problema.
La elección del 23 de julio se ha impuesto a otras propuestas más inconsecuentes como la primavera
La elección del 23 de julio se ha impuesto sobre otras propuestas más inconsecuentes como la primavera. Esa idea pretendía dar solución al problema del calor, que había obligado a trasladar la maratón y la marcha a Sapporo, para desconsuelo de Tokio. Pero llevar los Juegos a marzo o abril para evitar algo ya sabido y asumido, suponía chocar con deportes y competiciones muy fuertes, que seguramente no iban a dar su brazo a torcer. El deporte depende cada vez más de organizadores privados y menos de las federaciones, lo que anunciaba una colisión segura contra locomotoras como el fútbol, el baloncesto y el béisbol nipón, sin olvidar otras disciplinas individuales como el tenis, el golf y el ciclismo. Demasiadas flores en primavera, escribíamos hace poco.
El verano también chocaba con eventos importantes, pero en este caso ha sido más fácil la negociación, porque topaba principalmente con los Mundiales de atletismo y natación, los dos deportes de mayor nobleza olímpica. Dos federaciones cómplices que no han puesto ningún reparo a los aplazamientos de sus respectivos campeonatos a 2022. Al contrario: la predisposición ha sido total desde que los Juegos movieron ficha. Los problemas de calendario apuntan ahora más a algunos Europeos como los dos de baloncesto, que saturarán a sus selecciones, justo después de un año desértico. Otra patata caliente que habrá que estudiar con mimo. De momento, Tokio ha renunciado a experimentos. Y eso ya es un buen arranque.