AS (Aragon)

Michael Robinson, la honestidad por delante

No era periodista, pero ha defendido el periodismo mejor que nadie ● Su obsesión era ser leal a su gente

- POR ALEX MARTÍNEZ ROIG

La última buena conversaci­ón con Michael (y he tenido la enorme suerte de compartir muchas) fue, ya de madrugada, sobre una de las plagas que nos acosan en el periodismo actual: alguien se había ido de la lengua sobre una gestión confidenci­al (en el fondo, una tontería), y se lo comenté, lamentándo­lo, en un whatsapp. “Estoy escuchando a David Bowie, nos la tiene que sudar lo que me cuentas. ¡Bowie me hace entender la vida!”. Y desapareci­ó el mal humor mientras comentábam­os sus canciones preferidas de Bowie.

Se nos ha ido, muy eleganteme­nte, como era él, un gran tipo, un gigante del fútbol y de la comunicaci­ón, una persona con unos valores enormes de humor al más “estirado” de los deportes), los reportajes de Informe Robinson (hechos con una escudería de amigos apasionado­s de las historias), y las charlas reposadas de Acento Robinson en los mediodías del domingo en la SER. De la velocidad extrema de jugársela en una caída en el área, ante millones de espectador­es adrenalíni­cos, a la conversaci­ón profunda y llena de lecciones de vida con un supervivie­nte de los Andes.

Disfrutaba con todo, amaba saber, escuchar, comunicar, compartir, reír, disfrutar.

Michael no era periodista, pero ha defendido el periodismo mejor que nadie. Su obsesión era ser leal a su gente, y su gente eran sus amigos, sus compañeros, su club, su empresa y sus espectador­es. Despreciab­a el periodismo de camiseta y amaba la informació­n compleja y con matices. Aprendió las reglas del compañeris­mo en el vestuario, y esas reglas le acompañaro­n toda su vida personal y profesiona­l. El último año, ya enfermo, nos trasladaba una serenidad, acompañada de su fino sentido británico del humor, que nos hizo pensar que era invencible. Esas “ruedas de prensa”, que montaba en la zona de Informe Robinson, se convertían en carcajadas colectivas que rompían el silencio de la redacción en la que se sentía tan feliz como en un vestuario.

Esta tarde va a caer una copa de buen vino de Rioja con Space Oddity, de su querido Bowie, a todo trapo. Ojalá se encuentren Mayor Tom

y Michael ahí arriba y tengan una buena charla sobre la vida.

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