AS (Aragon)

Da oxígeno a España

La Roja se mantiene líder de grupo y el martes visita a Ucrania ● Ansu pasó inadvertid­o, mientras que Adama entró en el 57'

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Costaba generar ocasiones a ambos equipos y la primera la tuvo Suiza, con un remate de Loris Benito que despejó a córner De Gea en uno de esos paradones que alimentan la confianza de los guardameta­s. O había más de once suizos sobre el césped o lo parecían, pues negaban cualquier espacio a la Selección, donde Olmo y Merino ejercían de interiores escoltando a Busquets, que repitió titularida­d tras Lisboa (todo apunta a que Rodri salga de inicio ante Ucrania). Pero en esas sucedió lo que suele suceder en el fútbol, que un detalle lo reordena todo. Sommer falló en un despeje que se agravó con el resbalón de Xhaka. ¿Resultado? Letal, pues el error tuvo lugar dentro del área y el balón quedó en la zurda de Oyarzabal, que marcó el 1-0. Lástima no ver entonces la cara de Petkovic, porque debió de ser un poema.

Lo que hasta entonces funcionaba al selecciona­dor suizo dejó de hacerlo a partir del gol. La presión perdió enteros y España adquirió confianza. Al borde del descanso llegó una nueva oportunida­d tras un centro de Navas que cabeceó Ferran. Sommer anduvo esta vez fino y evitó el gol. Lo cierto es que ese remate no fue casual, pues mediada la primera parte Ferran se había erigido en el nueve de La Roja, con Oyarzabal en banda derecha. A medida que cambiaba la ubicación de sus piezas y que estas daban resultado, Luis Enrique ganó en tranquilid­ad. Seguía gritando, pero la cara le delataba, le gustaba más lo que veía. Y así se fue el vestuario. El marcador sonreía y España se había reencontra­do con el gol tras el partido en blanco en Portugal, que había roto una racha de 42 seguidos viendo puerta. Algo que no sucedía desde el KO ante Italia (2-0) en octavos de la Eurocopa 16.

Pero poco esperó Luis Enrique para mover su banquillo tras la reanudació­n. En el 57' entraron Canales y Adama por Olmo y Ansu. Y el del Wolverhamp­ton tardó un abrir y cerrar de ojos en exhibir sus cartas con un zigzag en el que se deshizo de rivales hasta propiciar una ocasión de peligro. Sin embargo, con el paso de los minutos el gas se evaporó. Ni siquiera la entrada de Gerard por Oyarzabal sirvió para ganar mordiente arriba. El partido quedó trabado en un ni contigo ni sin ti con ambas seleccione­s capaces de robar el balón pero incapaces de generar ocasiones. El martes, en Kiev, más. Esperemos que mejor.

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