El Alavés vuelve a las andadas ante un Elche crecido
Goles de Milla y Morente en un equipo muy descarado en Mendizorroza
La palabra ‘karma’ fue tendencia en Valencia al terminar el derbi. Tenía que ser Dani Parejo el que resolviera el partido y fue Paco Alcácer el que adelantó al Villarreal de Unai Emery. Con el traspaso de Alcácer al Barcelona, Lim dinamitó la credibilidad de su mejor gestora, Layhoon Chan. Aquellos barros acabaron en lodo y Anil Murthy le sustituyó en la presidencia. Este verano, con el lazo que le puso a Parejo, el dueño concluyó la destrucción de un Valencia que había sido campeón. Pero el Villarreal no ganó por ‘karma’ sino por talento, ese que ha dejado marchar Lim de su vestuario sin hacer nada por reemplazarlo.
El Villarreal ganó por el peso de las cosas bien hechas. Emery dirige un proyecto; Gracia habita en la esquizofrenia. Y no solo por los incendios del día a día en el club che, que también. El Valencia es un ser deforme, con futbolistas de 30 o 40 millones (al menos fue lo que se pagó por ellos) y otros muchos que no jugarían en ninguno de los 101 Valencia anteriores. Mestalla se agarró a Gracia como a clavo ardiendo, esperando que les hiciera ser un equipo. Pero la gente hoy no sabe si el navarro está presente solo de cuerpo. Parejo marcó y pidió perdón. Con no celebrarlo, suficiente. No es Parejo sino Lim quien debería pedir perdón al valencianismo.
Se ve que al Elche, que definitivamente no es ninguna cenicienta, se le da bien viajar a Euskadi. Ganó en Ipurua y sumó también tres puntos en Vitoria. Sorprendió con su sistema inicial, supo contener al Alavés en la segunda mitad y dio la puntilla en los momentos finales. Milla y Morente fueron los grandes protagonistas pero, en líneas generales, todo el equipo rayó a un gran nivel. En el Elche, Almirón se decidió por jugar también con tres centrales. Eso le dio un perfil ofensivo que sorprendió bastante. Tuvieron desparpajo desde el saque inicial. Si quieren luchar por la permanencia, tendrán que mirar a la meta contraria. No en vano, se enfrentaban los dos equipos que menos remataban a portería en LaLiga. Los sistemas eran simétricos, pero Milla conseguía lo que no hacían Lucas o Joselu: desbordar. Hizo el primero, con colaboración de Pacheco, y hasta bromeó con el colegiado sacándole una amarilla cuando se le cayó la tarjeta y al ir a devolvérsela. Apuntilló Morente.