Luis Enrique, de villano a héroe

Críticas, ruido y mucha presión. Eso es lo que vivió Luis Enrique desde que hizo pública la lista de 24 jugadores que jugarían la Eurocopa 2020. El clamor era mayoritario y una pequeña canoa era suficiente para acoger a los pocos que creían en él. Ahora, un mes después, ni una flota entera daría abasto.

España se va sin título (nadie exigía eso), pero la ilusión se ha apoderado de un país que comenzó la competición viendo la televisión por el rabillo del ojo. Las muecas de desaprobación de los espectadores se acrecentaron tras los dos primeros partidos a pesar de que en Las Rozas el grupo se hacía cada vez más fuerte. Y el capitán al frente de él era el mismísimo Luis Enrique.

Desde el último mono hasta el capitán Sergio Busquets: todos salieron en defensa del grupo y del entrenador en cuanto recibían un golpe. ¿Error de bulto de Unai Simón? Piña. ¿Fallo de Morata desde el punto de penalti? Piña.

“Tengo plena confianza en él. ¿Renovación?

Lo hemos estado hablando y va a estar con nosotros todo el tiempo que quiera”, sentenció Luis Rubiales, presidente de la RFEF.

No había más que hablar. Dentro no había fisuras y, fuera, un país entero comenzó a creer según se iban pasando eliminatorias. En semifinales España dio un baño a la Italia de Mancini y se decretó el estado de ilusión. Los crueles penaltis echaron a La Roja, pero no faltaron mensajes de apoyo.

Honor, orgullo y sacrificio fueron las palabras más repetidas. Y en el horizonte, un deseo: que llegue ya el Mundial de Catar 2022.