“Es Picasso”: Doncic deja una exhibición en Houston
El esloveno comanda a unos Mavs imparables
No hay, ahora mismo, ningún equipo más caliente que Dallas Mavericks. Si se mira a las últimas semanas, es difícil no señalarles como uno de los principales aspirantes al título, un candidato de verdad. Todas las trazas están ahí: el ataque y, por fin y después de tantas penurias en las últimas temporadas, la defensa. Esa locomotora prodigiosa que son ahora mismo arrasó Houston (107-125) en un duelo texano al que los Rockets llegaban con once victorias seguidas. Los Mavs (45-29 de récord) han alcanzado el quinto puesto del Oeste y están a la misma distancia, dos partidos, del cuarto que con respecto al play in y una repesca que ahora mismo no parece que vaya con ellos. Llevan siete victorias seguidas y once en doce partidos.
Con la trituradora a pleno rendimiento, solo el calendario parece una molestia. Llevan cuatro partidos fuera de casa y les espera un quinto, además de tronío en pista de los Warriors, por el reajuste al que obligó el trágico fallecimiento de Dejan Milojevic, asistente de los de la Bahía: “En vez de un vuelo de 30 minutos a Dallas tenemos uno de cuatro horas a San Francisco. Echo de menos estar en casa, se está haciendo largo este viaje”, dijo un Luka Doncic que en un momento del partido en Houston dejó al público sin saber qué pensar tras una de las canastas más inverosímiles (y ya es decir) de su carrera NBA: una bandeja desde casi la línea de tres. “Es Picasso. Dale los pinceles, y algo especial hará, algo como ese tiro. Mucha gente se quedó maravillada… pero es Luka”, dijo después un Jason Kidd que habló de unos niveles de química y cohesión que ahora mismo andan completamente disparados en su equipo.
Doncic ha jugado catorce partidos en marzo (11-3) y ha promediado en ellos 32,5 puntos, 10,1 rebotes y 10,1 asistencias con un 38% en triples. En una ruta que va directa a la pelea final por el MVP, que parece cosa de él o de Nikola Jokic en este punto, dejó otra obra de arte exquisita, un
Asombro Doncic metió una canasta inverosímil, una bandeja desde casi la línea de tres
partido colosal que pudo ser todavía mejor estadísticamente si su equipo, que llegó a ganar por 29 puntos, lo hubiera necesitado en un último cuarto en el que, otra vez, tomó las riendas Kyrie Irving tras asistir hasta entonces a la master class de Doncic, una cosa bárbara: mientras Udoka agotaba todas las variantes defensivas de su manual, enlazó canasta tras canasta y acabó con 47 puntos (todos en tres cuartos), 12 rebotes y 7 asistencias. Un 18/30 en tiros con 9 triples (igualó el techo de su carrera) en 9/16. Imparable.