AS (Baleares)

Dani Garrido “Firmaría estar cincuenta años como director de Carrusel”

- PATRICIA CAZÓN

Hoy, 16:00, no sólo vuelve Carrusel sino que comienza su Carrusel, el de Dani Garrido. ¿Nervios? —No. Siento ilusión, responsabi­lidad pero, sobre todo, ganas de que empiece el fútbol. Que jueguen ya Barça, Atlético, Madrid, Valencia, Athletic, que arranque la Liga. A ver, existe siempre una tensión pero no más que la de un día normal. También me ponía nervioso cuando estaba en la producción. Ahora el rol cambia pero básicament­e será lo mismo.

—Lo mismo, lo mismo... Es el décimo director de Carrusel...

—(Sonríe) Sí, pero ha sido un camino algo más largo. Yo soy cantera de la SER y he ido cumpliendo etapas poco a poco. Lo primero, y más importante, fui oyente, toda la vida. Después becario en Radio Bilbao. Y recuerdo que iba a ver los partidos al estudio...

—¿De público?

—Sí, sí. Me invitaba Iñigo (Markínez) y eso sí que era una ilusión tremenda, poder ver los partidos de fútbol, allí, con Iñigo y Manu Sarabia comentaris­ta... Después pasé a la redacción y, más tarde, a participar, con 25, 26 años, en el Carrusel nacional con Paco González, de inalámbric­o del Athletic. Luego me llamaron para venirme a Madrid y ahí comenzó este camino, primero con Javi (Hoyos), después con Manu y con Ponse y con Galle...

Soy cantera de la SER. Lo primero,

y más importante, es que fui oyente toda

la vida”

—Cierto. Ha sido productor de todos...

—He tenido la oportunida­d de aprender de diferentes modelos, de trabajar con los mejores Carrusel, al final, es una evolución, desde que comenzó en 1954 con Vicente Marco. Recuerdo primero escuchar a Paco y después trabajar en ese equipo. Y luego estar, por supuesto, con Javi, con Manu y Ponseti y con Gallego. Ha sido como una carrera universita­ria de Carrusel (sonríe). Y no sé con qué nota he aprobado, pero me siento muy afortunado de haber tenido ese aprendizaj­e.

—¿Recuerda cuándo llegó a Madrid con Javi Hoyos?

—Sí, claro (ríe). Verano de 2010. Yo estaba en Cádiz, de vacaciones, y me llamó la dirección de la SER para plantearme la posibilida­d de venir aquí, a Madrid. Yo tenía una vida en Bilbao. Llevaba en la SER, 10, 12 años, pero no tuve mucho que pensar. Había sido un oyente total de Carrusel. Llegué un 5 de agosto y..., ¡se me pegaba la suela de la alpargata

de Cádiz en la Gran Vía...!

—¿Qué le puede haber enseñado haber sido productor antes que director?

—El método. Entender donde están los puntos fuertes, los que no, jugar bien con todas las firmas, saber colocarlas. Allá donde esté el deporte, allí tiene que estar Carrusel.

—¿Esa es la esencia?

—Sí. Jugar con el directo. Contarlo todo y bien, que la gente tenga la sensación de que, cualquier cosa que pase en deporte, la vamos a contar con emoción, buen rollo e inmediatez.

—¿Cómo llegó a la SER?

—Por la Universida­d. Tenía 19 años e Iñigo Markínez me hizo la prueba en Bilbao. Primero, preguntas de actualidad, pero eso me lo traía empollado: era lector habitual de AS y oyente enfermo de la SER. Después, me dijo: “Imagínate que Mendieta ha firmado por el Athletic. Tres temporadas y 200 millones de pesetas por año. Te doy cinco minutos”. No pasaron ni tres minutos cuando volvió y me dio paso... Pegué un petardazo tremendo. Lo hice horrible.

—¿Por qué? ¿Qué dijo?

—No recuerdo el qué pero sí el cómo: trastabill­ado, nervioso... Mal, mal. Pero Iñigo me dijo que lo había hecho bien y de ahí para adelante...

—¿Recuerda Markínez aquella prueba? ¿Alguna vez, después, le ha preguntado qué pensó en realidad de usted?

El soniquete del morse y la ronda es la banda

sonora de mi vida. Morse, gol,

ronda”

—(Ríe) Alguna vez se lo he preguntado, pero..., ¡dice que no se acuerda! Al final he estado con él 10, 12 años en Bilbao y es como un padre deportivo para mí, quiero imaginar que esté bastante orgulloso... Aunque me saliera mal.

—También es cantera de AS...

—Sí, sí. Fue cuando tenía 20, 21 años o así. Yo estaba en Radio Bilbao y Jon Múgica, que firmaba las crónicas del Athletic, se fue de vacaciones. Él tenía una pluma magnífica y yo era un junta letras pero, recuerdo, me ofreció la posibilida­d de sustituirl­e ese mes y ahí me veía yo, con las crónicas de los entrenamie­ntos, de la pretempora­da...

—¿Dio alguna noticia?

—(Ríe) Pocas... El típico fichaje de verano y ya.

—¿Guarda aquellos recortes?

—Sí. Los tengo en mi casa de Legazpi. Mi amá me guardaba todo lo que yo hacía.

De memoria fatal para una fecha, Dani Garrido (1978, Legazpi, Guipuzcoa) lo que no olvida es un sonido. El del código morse. El del gol. La radio de su amá llenándolo todo cuando era niño. Ese niño creció, fue cantera de la SER y desde hoy será el décimo director de la historia en Carrusel.

—En su pueblo apenas llegaba señal de radio y, sin embargo, usted se enamoró de ella...

—Sí, sí.

—¿Qué recuerda?

—Mi pueblo es muy pequeñito. Siete mil personas, interior de Guipuzcoa, rodeado de montañas... La posibilida­d de escuchar radio no es como ahora que coges el móvil y pones la app. Entonces, la escuchabas poniendo la antena mirando a Parla y el aparato pegado al frigo haciendo ángulo con la mesa...

—¿Cuál era el sonido?

—No tengo un recuerdo particular pero sí el soniquete del morse y la ronda. Esa es la banda sonora de mi vida. El morse. Un gol. La ronda.

—¿Qué fue primero: la radio o el periodismo?

—Las dos cosas. Desde niño tenía claro lo de ser periodista y lo de la radio, que me viene de mi madre. Siempre, por la mañana, lo primero que hacía era, pum, encenderla y, por la noche, lo mismo: la señal de que había que irse a la cama era pum, la radio apagada.

—¿Era más de escuchar los partidos que de verlos?

—Sí, sin duda.

—¿Y ahora?

—Ahora, por cuestiones obvias, lo escucho y lo estoy viendo, pero en realidad sigo tenien-

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