La deuda de Brasil y el Mineirazo
La final olímpica no es un partido más para Brasil. La obligación por ganar el oro, el único título que falta en su laureado palmarés, es absoluta para los brasileños, especialmente en Río
2016, en Maracaná y ante su gente. No pueden fallar. Es su día. También el de
Neymar, reclutado a bombo y platillo para dejar en casa el título que tanto se resiste. El culé ha crecido en el torneo en una posición más centrada de la habitual en el Barça, lo que ha hecho mejorar un ataque bien orquestado en mediocampo por Renato Augusto. Pero Brasil deberá medirse a sí misma, a su historia y a la sombra que supone jugar ante Alemania tras el Mineirazo del último Mundial.
El 1-7 con el que se pasearon entonces los alemanes aún retumba en las catacumbas futbolísticas de un país en clara crisis de identidad. Tiene mérito lo que ha hecho este joven equipo germano, por cierto. Con aquel corpulento delantero del Hamburgo, Hrubesch, como técnico y con Gnabry en plan estrella, la escuela alemana ha demostrado ser competitiva pese a no convocar a sus mejores talentos Sub-23: Emre Can, Weigl, Kimmich, Draxler, Sané… Incluso sin ellos Alemania es capaz de meter el miedo en el cuerpo. ¿Habrá Maracanazo? Difícilmente podría superarlo Brasil...