AS (Baleares)

Del mazapán y los visones de antes a la pizza y relojes de ahora

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■ Los regalos a los árbitros, y por tanto las polémicas, siempre han existido. Algunos derivaron en escándalos sonados. En 1989, después de que el Atlético

perdiera contra la Fiorentina en la UEFA, Gil habló de los obsequios y se despachó sobre el colegiado Michel Vautrot: “No es que sea un mariquita, es un maricón. Sé de buena tinta que después de quedar eliminados a ese colegiado le buscaron los italianos un niño rubio de ojos azules”. Al año siguiente, la UEFA inhabilitó al presidente durante 18 meses. También es famoso el caso de López Nieto, al que en su hotel de Kiev le querían regalar cuatro millones de pesetas y unos abrigos de visón para que favorecier­a al Dinamo contra el Panathinai­kos de 1995. Y más cerca de nuestros días fue gracioso el caso de Emiliano Carballo, mítico presidente del Toledo. Cuentan que siempre ofrecía mazapán a los colegiados antes de los encuentros y un día, que no le gustó lo que vio, bajó a los vestuarios al final, afeó su partido al trencilla y le pidió que le devolviera el presente. El árbitro aceptó y lo reflejó en el acta. La FEF

reprobó su conducta.

Ahora, los regalos, que no sobornos, eran normales. Barça, Madrid y Espanyol eran los que siempre tenían más detalles con los árbitros, mientras que Sporting, Osasuna y Villarreal se hicieron austeros con el tiempo. El Eibar regalaba este año el libro de su 75 Aniversari­o, como en su día Aranzabal daba la obra El método Eibar. El Leganés

ofrece pizzas, como a los jugadores. El Alavés, bombones de Vitoria. Y Las Palmas y el Málaga, fotografía­s a color del partido en cuestión. Todo, por orden de Tebas, ha llegado a su fin.

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