AS (Baleares)

El Madrid se levanta a lo grande en Estambul

Carroll, Ayón, Doncic, Llull... gran partido del equipo ante el Darussafak­a

- RICARDO GONZÁLEZ

El Madrid recuperó ante el Darussafak­a el factor cancha: si gana mañana de nuevo en Estambul (18:30, #0), volverá en mayo a la ciudad turca para disputar la Final Four. De no hacerlo, se guarda en la manga el comodín de un quinto duelo en Madrid.

No hubo tercer tazón de sopa agria. Los blancos habían bebido caldo avinagrado en la derrota del viernes, pero también en el primer partido, donde ganaron. Esta vez el Madrid salió con todo (Doncic junto a Llull en el quinteto) y a por todas. Centradísi­mo, equipado incluso con mirada asesina, la de Randolph. Fue como si viera a la Final Four escaparse por la ventana tras un curso inmaculado en Europa y reaccionar­a. Se lanzó para agarrarla al vuelo y… la enganchó a tiempo. De momento, y no sin sufrir.

Todas las manos posibles hacia el mismo objetivo. Un gran equipo. Recupera el factor cancha y se guarda el comodín de un quinto duelo en Madrid como mal menor. Dejó tocado al Darussafak­a, a su gente, y tiene mañana una gran ocasión de adelantar los deberes, de ahorrarse disgustos. Pero tendrá que repetir actuación modélica, la de la primera parte, donde movió la batalla de escenario. El Darussafak­a penó en ataque ante una fantástica defensa, incluida un zona 1-2-2 que mutaba luego en individual con cambios continuos si había bloqueos. Todo para asfixiar su uno contra uno letal. Doncic agarró sus emociones del último día y se levantó a lo grande. El Real movió bien el balón y lanzó mejor. Randolph completaba junto a Llull el triángulo letal y Ayón hacían una buena labor. El rebote era blanco.

Se sentaron y los refuerzos no bajaron el nivel. A su modo. El listón de la defensa seguía altísimo, pero con el balón en las manos llegó el atasco. Lo desatrancó Carroll. Tres triples en el segundo cuarto, y dos más en el tercero. La brecha tocó los 18 (37-55) y un titánico Ayón frenó el primer arreón de los de Blatt. Y ahora eran +19: 49-68. Parecía hecho; solo lo parecía.

El público calmado rugió, casi se metía en la pista, Kutluay el primero (cañonero de lujo y ahora directivo del Darussafak­a). La presión ambiental, ahora sí una cancha turca en toda regla, se colgó de la chepa de los árbitros. Nos recordó a la final ante el Olympiacos de 2013. Pero este Madrid es más maduro, ya está hecho, y respondió. Padeció, pero ganó. Lo hizo ante Zizic, baluarte local al que se le añadieron en el último acto Wilbekin y un Wanamaker que sumaba falta tras falta. Desatados casi obran el milagro: 74-77. Un 2+1 providenci­al de Doncic, más la brega de Ayón y dos tiros libres de Carroll sacaron el abanico. No corría una gota de aire. Llull sentenció. Dos canastones y hasta mañana. El Madrid campeón frente a un rival enorme.

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FUNDAMENTA­L. Sergio Llull se prepara para lanzar ante la defensa de Luke Harangody, ex del Valencia, ayer en el Volkswagen Arena.

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