AS (Baleares)

San Carlos del Valle, el pueblo que vio nacer a Manolo ‘El del Bombo’

- TOMÁS RONCERO

“Somos cristeños”. A pesar de que este pueblo manchego ubicado en la comarca de Campo de Montiel se llama San Carlos del Valle, el gentilicio de sus 1.143 habitantes es el de “cristeños”. Todo viene de una ermita construida en el siglo XIII, la de Santa Elena. En una de sus paredes apareció pintada la imagen del llamado Santo Cristo del Valle, a la que se atribuyero­n poderes milagrosos (y además da nombre a la peña madridista). Ello provocó peregrinac­iones hacia el lugar, lo que impulsó la construcci­ón de su imponente iglesia barroca, con una cúpula central de 28 metros y una flecha chapitel que alcanza casi los

50 metros desde el suelo. Impacta. “Por eso dicen que tenemos aquí el pequeño Vaticano”, me dicen orgullosos los lugareños.

Alcalde vikingo. Como buen pueblo manchego que se precie, tiene su peña del Madrid. “Roncero no busques de otro equipo, sólo está la nuestra”, sostiene con el pecho henchido José Torres Morales. Hace diez años fue uno de los artífices de la fundación de la peña. Ahora es el socio número 1 de los 140 censados... y es el alcalde del pueblo. Él facilita que en la Plaza Mayor (construida alrededor de la iglesia con unos soportales de columnas de piedra y balaustres de madera) se celebren las finales del Madrid. Que son muchas últimament­e. Y con un morbo añadido. En las tres últimas Champions ganadas los chavales utilizaron de talismán un bombo que le regaló personalme­nte a la peña el cristeño más famoso con diferencia: Manolo ‘El del Bombo’. Sí, el popular hincha de La Roja no es aragonés (como cree mucha gente por su cachirulo y la época en la que iba con un pañuelo mañico) ni valenciano (allí reside y tiene un bar junto a Mestalla). Manolo Cáceres Artesero es de San Carlos del Valle y aquí vivió sus primeros años de niñez hasta que sus padres se mudaron a Zaragoza. “¡Su bombo ha iluminado las tres últimas Orejonas!”.

Muy grande.

Un genio. El presidente, Alfonso Rodríguez, nos cuenta una anécdota deliciosa. En la final de Copa ante el Barça

de 2011, al empezar la prórroga cayó una tromba de agua descomunal. La plaza estaba llena y todos tomaban zurra, una bebida popular hecha a base de clarete, melocotón, limón, azúcar y canela. “Al caer tanta agua todos se metieron en los soportales para protegerse. Yo me quedé sólo en mi silla, viendo el partido en nuestra pantalla gigante. Y marcó Cristiano.

¡Fue una gozada!”. Amigos, en La Mancha somos así...

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