Al Attiyah reina y Nani Roma vuelve al podio
Carlos Sainz ganó la última etapa en la coronación del qatarí Nasser, que gana su tercer ‘Touareg’ y el primero para Toyota. El piloto catalán fue el mejor Mini y Loeb acabó tercero con el Peugeot privado
Sainz Se negó a abandonar y llega a Lima 13º dando una lección de pundonor
Loeb Ganó más etapas que nadie y cree que “podía haber sido primero”
Iba en bicicleta, saludaba y se paraba, enseñaba fotos de su móvil y charlaba con quien le preguntase. Por las tardes, Al Attiyah era el afable piloto qatarí que disfruta de su pasión y no lo oculta en el vivac. Por las mañanas fue el temerario piloto qatarí que no entiende una especial sin ir a fondo en cada metro, y no era un secreto que el Dakar de las dunas le beneficiaba. Pero esta vez Nasser, de 48 años, pudo fallar a sus principios porque se quedó solo, los buggys de Mini no aguantaron el empuje de sus pilotos y el Toyota Hilux V8 fue fiable, al menos en sus manos, así que con medio raid por delante se permitió el lujo de levantar el pie y contemplar el paisaje.
“Alá me ayuda”, dijo él, y no cayó en ninguna de las trampas. Ayer, emocionado sobre su coche y junto al copiloto Mathieu Baumel, conquistó su tercer Dakar con tres marcas distintas
(Volkswagen en 2011 y Mini en 2015) y el primero para Toyota, que se estrena en la carrera del desierto un año después de hacerlo en Le Mans y de recuperar el Mundial de Rallys en la categoría de fabricantes.
Cuando Nasser miró hacia atrás, después de una última etapa de 112 kilómetros algo compleja, sólo quedaba Nani Roma y además estaba lejos. Él y Álex Haro plantearon su participación como una carrera de fondo con el Mini 4x4, una subida al Alpe d’Huez que podrían ganar sin atacar y sin defenderse de los ataques, esperando a que los demás coches y pilotos mostraran flaquezas. Y así fue, de alguna manera, salvo porque Nasser no tuvo ninguna. Nani es segundo y vuelve al podio y Álex se estrena en él con dos costillas fisuradas en su quinto Dakar, un año después de acabar el rally dando vueltas de campana.
Más allá, sólo unos pocos supervivientes. Carlos Sainz se despidió de sus opciones en el tercer día en la zanja de Marcona, pero no se amilanó, mostró pundonor y ganas de ayudar al equipo hasta cuando no había nada que ganar. Defendió su corona junto a Lucas Cruz, se negó a abandonar en la novena etapa con el coche rozando el colapso y llegó a Lima en 13ª posición ganando la última etapa, es el premio. Su Mini JCW Buggy mostró prestaciones pero también demasiados errores de juventud, como el desquiciante sistema de inflado y desinflado de las ruedas.
Con el abandono de Peterhansel y las dificultades de
Despres, la única alternativa al Dakar perfecto de Nasser y a la constancia de Nani fue la velocidad pura de Loeb, tercer clasificado final. Llegó de rebote con un Peugeot privado y con la cabeza en
Montecarlo y ya va de camino a su estreno con Hyundai, pero entre medias voló, día sí día no, con el viejo 3008DKR y con Daniel Elena. Ganaron más especiales que nadie y frustra a Seb,
“porque podía haber estado el primero”. Pero no, el orden final lo elige el Dakar, y parece que esta vez Nasser tenía un pacto con el desierto.