De “tocar fondo” en el Godó a la gloria en París
No había tenido continuidad en los últimos 18 meses
No es la primera vez que lo consigue, pero no por ello deja de ser casi increíble.
Rafa Nadal volvió a resucitar esta temporada después de pasar por otro calvario provocado por las lesiones que le impidieron competir al máximo y tener continuidad en los últimos 18 meses.
“Cuando a uno le van pegando castañas por todos los lados, hay que parar y analizar lo que está pasando”, contó el campeón en la entrevista que concedió a AS tras su debut en Roland Garros. Todo empezó a finales de 2017, cuando tuvo que retirarse del Masters 1.000 de París y las ATP Finals de Londres. Al año siguiente, lo tuvo que dejar también en
Australia cuando jugaba los cuartos de final contra Cilic por unas molestias en el psoas ilíaco de la pierna derecha y compitió muy tocado en el US Open,
hasta el punto de tener que abandonar en semifinales contra Del Potro. Aquella vez fue la rodilla derecha.
Clavado. Borrón y cuenta nueva, otra vez. En Melbourne,
en enero, le fue bien, aunque perdió la final contra Djokovic, pero en Acapulco volvieron los problemas: “Peloteando en Cozumel pegué una derecha y me quedé con la mano clavada. ¡Ostras!”, contó el balear.
La rodilla volvió a molestarle en marzo, cuando renunció a jugar las semifinales de Indian Wells contra Federer. Ese fue el último capítulo, hasta la fecha, de sus desgracias. Tocaba rehacerse de nuevo y comenzar la temporada de tierra. Pero la carga emocional de todos esos meses de sufrimiento y reveses no tenísticos, le había pasado
factura. “Había perdido un poco la ilusión y las ganas”, explicó ya en la Ciudad de la Luz su entrenador, Carlos Moyá. No pudo en Montecarlo con Fognini y aterrizó en Barcelona, en el Godó, con la moral por los suelos. Llegó el partido contra Mayer, horrible para él. Lo ganó de milagro, pero se cumplió ese refrán que dice que no hay mal que por bien no venga. “Jugué muy mal. Toqué fondo y tuve una de las peores sensaciones en una pista. Ahí sí que estaba bajo, bajo. Fue un momento complicado. No sé cómo, pero gané. Aquella tarde tuve la ocasión de hablar con mi equipo, mi familia y conmigo mismo. Hice una reflexión. Estuve horas solo en la habitación, pensando. Poco a poco fui recuperando cosas. Vi unos vídeos de buenos momentos míos y me prometí a mí mismo que de ahí en adelante tendría una actitud impoluta, sin quejas, sin lamentaciones, sin regodearme en lo que me pasaba”, se sinceró Nadal en este periódico.
Después cayó en las semifinales contra Thiem, en un partido que él calificó como “muy bueno”, y en Madrid, Tsitsipas le apeó en la misma ronda. Amenazado por la posibilidad de llegar a París sin títulos, Rafa se plantó en Roma y creció. Roma. Superó con claridad en la final a Djokovic para llevarse el noveno título en Italia. Así se presentó en su casa, en Roland Garros, a por la Duodécima. “Estoy en buen momento, pero después se tiene que plasmar en partidos y resultados”, dijo tras ganar a Hanfmann en su estreno. Su juego mejoró con el paso de los días hasta su sublime victoria contra Federer y en la final ayer. “Todo el mundo piensa que porque uno lo haya hecho muchas veces, regresar es fácil”, había dicho Del Potro en el Mutua Madrid Open. El argentino no pudo pasar de octavos en Francia mientras Nadal volvió a pelear por el título, así se completó la enésima resurrección del rey de la tierra.
Barcelona
“Vi vídeos de buenos momentos y me prometí que no habría más quejas”