El Madrid es un rodillo: octava final consecutiva
Randolph, Facu y Rudy, de diez ● Emotivo adiós a Rafa Martínez
El Madrid es una apisonadora: contundente, fiable y regular. Octava final seguida, ocho de ocho desde la llegada de Pablo Laso al banquillo. Se dice pronto y del tirón, pero encadenar una racha así cuesta sangre, sudor y lágrimas. Solo el Barça, que enlazó diez entre 2007 y 2016, le supera en la historia del playoff. A la final y por la vía rápida: 3-0.
Los blancos exhiben solo un título, la Supercopa, aunque han jugado la Final Four, la final de Copa y están ahora en la de la Liga tras batir a un rival que hizo de la Eurocup la razón de su existencia este curso. Ahí estaba el billete para la Euroliga y de ahí lo sacó en abril. Con el reto cumplido, los dos últimos meses se le han hecho largos. En este tercer asalto tiró de
corazón para tratar de acorralar al enemigo, a sus bases con dos contra unos muy ambiciosos y aguerridos que no forzaron pérdidas (solo 9 el Real y 19 asistencias, un ratio excelente). No bastó. “Son buenísimos”, ha repetido Ponsarnau durante la serie. El Madrid, a excepción de un arrebato de Tavares tras una técnica, tuvo nervios de acero y jugó un gran baloncesto.
El Valencia lanzó mejor a canasta esta vez, incluso de manera formidable: 65% de dos y 45% de tres. La muñeca de Dubljevic era la bandera del equipo, el sostén de la esperanza taronja. Un pívot rocoso que esconde un enorme talento bajo la barba: 19 puntos (5 de 7 en triples). En el campeón, la puntería era cosa de Rudy (5 de 10 de tres, algunas de sus dianas rompieron defensas y esperanzas) mientras que Campazzo y Randolph completaron una actuación sobresaliente. El argentino es el corazón del grupo, sus latidos marcan el camino. Y el americano estuvo tan trabajador como brillante y eso es ir muy lejos, porque lució mucho.
El Valencia aceleró en el segundo cuarto (34-28) con la energía de Tobey y el acierto de Sastre y de Will Thomas, se mantuvo en pie en el tercero con Dubi y lo intentó a la heroica en el último, con seis puntos seguidos de Van Rossom: 7879, minuto 38. Llull, por la línea de fondo y a aro pasado, y Campazzo frenaron la insurrección.
Un pulso a la altura de lo esperado con un final muy emotivo: aficionados, compañeros y rivales puestos en pie para aplaudir a Rafa Martínez, que rompió a llorar. El gran capitán taronja deja el club.