AS (Baleares)

El Barça asfixia al Madrid

Claver vuelve tras una lesión y lidera la exhibición defensiva inicial: 22-5 ● Mirotic, protagonis­ta con 20 puntos

- RICARDO GONZÁLEZ

En el baloncesto se habla bastante del último minuto, pero en muchas ocasiones es un apéndice inservible. Esta vez, incluso, sobró el cuarto final entero. Como no había nada que decidir, el Barça lo utilizó para darse un paseíllo triunfal en el Palau. En el estreno de Mirotic como azulgrana en un Clásico delante de su nueva afición. Era el hombre de la previa y lo fue del partido. Acaparó tiros (16) y algún error de más, aunque terminó con 20 puntos, sentenció en el tercer periodo y batió en el cara a cara a Randolph.

La estrella culé atrapó una cuota importante de protagonis­mo; sin embargo, la pieza que marcó la diferencia en el break de salida fue Víctor Claver. El campeón del mundo volvía tras casi dos meses lesionado y lo hizo de titular. A lo grande. Con él en cancha, la defensa culé mutó en inabordabl­e, un clínic atrás que contagió a sus compañeros e intimidó al rival, a ese mismo que lleva once victorias consecutiv­as en la Euroliga. Al tiempo, Hanga atosigaba a Campazzo en otra enorme demostraci­ón defensiva, pero todo encajó con Claver. Era él el que basculaba y cerraba cualquier resquicio, el que realizaba ayudas imposibles para otros. Los puntos los ponían Delaney, Mirotic y Higgins y el bocinazo del final del cuarto sonaba como un puño de hierro golpeando en la mesa: 22-5. El Madrid extraviaba 7 balones, una hemorragia que no se cerró: 22 en total.

Los locales clavaron el plan de Pesic para ralentizar los ataques blancos e impedir un Clásico a la carrera, lo que no esperaba Laso es que su barco navegara a la deriva en manos de Campazzo. El base argentino entró en una espiral autodestru­ctiva en la que le acompañó Deck (luego tuvo la desgracia de torcerse una rodilla). Si para que el Facu pierda en esta Liga cuatro balones se necesitan casi dos partidos y medio, esta vez extravió cuatro en cuatro minutos. El quinto corrió a cargo de su compatriot­a, que para entonces acumulaba -5 de valoración.

El tiempo muerto de Laso llegó con 8-0 y no alteró la inercia. El 22-5 del primer parcial recordaba al 32-14 de hace mes y medio en la Euroliga a favor del Real. O al más lejano 21-5 azulgrana de la final de Copa en 2007. Solo Randolph hallaba el camino al aro y sin alardes: un triple y una canasta. El resto de sus compañeros agrupaban un 0 de 13. Sin la brusquedad del comienzo, la dinámica se alargó algo más en el segundo cuarto y el Barcelona alcanzó pronto su máxima ventaja: 35-14 (46 a 4 en valoración).

Carroll y Garuba. La entrada de Carroll centrifugó el juego. Un ajetreo que necesitaba­n los blancos. Sin Mickey ni Mejri en la convocator­ia, Garuba era la elección del técnico madridista para relevar a Tavares. El canterano aportó una actividad que espoleó a los suyos. Al descanso y por las sensacione­s de unos y otros el 39-27 se antojaba escaso. En la reanudació­n, el enfermo experiment­aba una mejoría notoria y enlazaba un parcial de 6-20 para el 41-34. A siete. El Clásico parecía resucitar, pero no lo permitió el Barça. Lo mató con la inspiració­n de Mirotic (y de Tomic).

La Liga se comprime por arriba, triple empate en cabeza con un histórico Casademont Zaragoza a la estela de los dos grandes. Hay vida más allá.

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Nikola Mirotic, protagonis­ta en la victoria del Barça con 20 puntos, agradece al Palau el apoyo al equipo durante el Clásico. Detrás, Kyle Kuric y Pierre Oriola.

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