“Al 99%, no se usan motores en el pelotón”
■ Enero de 2016. En plena corriente de rumores sobre la existencia de dopaje tecnológico en el pelotón, se encuentra una bici con motor en el Mundial de ciclocross de Zolder. Pertenecía a una corredora belga, Femke van den Driessche, quien negó que fuese suya. Más allá de la pertenencia, aquella bicicleta confirmaba las sospechas y se abría el grifo de acusaciones, sustentadas en imágenes de difícil comprobación o en supuestas ocultaciones de pruebas. Nombres como Fabian Cancellara eran directamente señalados.
La lucha contra este fraude formó parte de las promesas del nuevo presidente de la Unión Ciclista Internacional,
David Lappartient, a su llegada al cargo. Se probaron todo tipo de métodos para descubrir motores ocultos y en todas las carreras eran analizadas un buen número de bicicletas en busca de motores. Incluso se creó un departamento dentro de la propia UCI especializado en perseguir la lacra, dirigido por el excorredor Jean Christophe Péraud.
Cuatro años después, L’Équipe ha revelado que la investigación que se abrió entonces, iniciada en Francia por la Oficina del Fiscal Financiero, no ha conseguido ninguna evidencia. “Al 99%, no se usan motores en el pelotón”, confirma Péraud. Por ahora, el primer positivo de dopaje tecnológico, el de Van den Driessche, también es el único.