AS (Baleares)

Unai Emery “Lo bonito del fútbol es la dificultad porque en ella está la plenitud”

- UNAI EMERY Y ÁLVARO BENITO

El método Emery funciona y él lo descubre ante Álvaro Benito en esta conversaci­ón tan futbolera que muestra las claves de uno de los técnicos del fútbol español (Lorca, Almería, Valencia, Sevilla y Villarreal) y europeo (Spartak, PSG y Arsenal) de mayor éxito en este siglo.

Unai Emery (Hondarribi­a, 1971) ha sido uno de los entrenador­es de la temporada en Europa después de ganar su cuarta Europa League. Con él charla Álvaro Benito, exfutbolis­ta y analista de As, sobre el camino, la propia final y todo lo que rodea a un gran éxito.

—Han pasado ya varias semanas desde la final de la Europa League, ¿cómo lo ha procesado? —De una manera natural dentro de un contexto del fútbol, de la exigencia y de la responsabi­lidad. De lo que supone para mi trayectori­a, que ha ido de abajo a arriba. Cuando yo llegué al Villarreal, los jugadores me dijeron “míster, tú que has ganado tres Europa League, a ver si lo conseguimo­s”. A mí me impactó la ilusión. Yo tenía cierta prudencia y sabía que era muy difícil. ¿Cómo estoy después de haberlo conseguido? Alivio. Yo les dije que lo bonito era lo que habíamos vivido, porque de eso sí que estaba seguro de ganarlo. Cuando ganas, hay una satisfacci­ón en un corto periodo de tiempo y para mí lo importante es el camino. Mi última reflexión es que están bien todos estos logros, pero hay que seguir mirando adelante.

—¿Cree que el hecho de haber ganado tantas Europa League ha supuesto un plus para la plantilla a la hora de enfocar esa final a nivel emocional?

—Quizá ellos sentían cierta sensación de confianza. Yo constantem­ente les manifestab­a lo difícil que era, en cada partido. Que no conseguirl­o no fuese una frustració­n. La primera ronda eliminator­ia, dieciseisa­vos, fue la más complicada. Lo bonito del fútbol es la dificultad. En la dificultad está la plenitud de conseguir algo. Cuando llega el Arsenal sentimos que los favoritos son ellos. Sabíamos que teníamos que hacer un partido muy completo, pero desde lo que somos nosotros y la trayectori­a que llevamos. Ahí es donde yo sentía que el equipo estaba maduro. El proceso ha sido muy bonito. Lo que supone ganar, pero también el antes de ganar. —Después de la final desmitific­ó todo lo que tiene que hacer el entrenador diciendo que no habían ensayado los penaltis. Lo fácil habría sido lo contrario y ganarse el aplauso de todos. ¿Por qué se relaciona todo lo que supone un resultado al entrenador? —Hablamos de detalles y van ligados a la experienci­a. En Sevilla, los penaltis me han dado dos títulos, pero el camino también. Los penaltis son para los momentos decisivos, y el que en el entrenamie­nto los tira bien probableme­nte en la final lo tire mal.

—No se puede entrenar el momento emocional…

—No hay un contexto igual para poder asemejarlo. Yo tengo aprendido que el entrenador de porteros sí es importante, porque estudia a cada lanzador, aunque el portero a veces se quiere guiar por su intuición. Y que los lanzadores tienen que ser los que en ese momento te miran a los ojos y te dicen que lo quieren tirar. Yo vengo de una polémica en el PSG con dos lanzadores muy buenos como Cavani y Neymar, pero nunca he decidido un orden de quién debía tirarlos. Sí soy partidario de que los lancen los especialis­tas, que por estadístic­a más acierto tienen.

—A lo largo de su carrera tiene un gran récord en eliminator­ias, ¿a qué cree que se debe?

—Es un proceso, llevo entrenando diecisiete años. Empecé subiendo a Segunda con el Lorca contra el Alicante de Bordalás y contra el Real Unión, otro equipazo. En Valencia perdía las eliminator­ias porque el objetivo era ser tercero y entrar en Champions, y llegaron a decir de mí que era un entrenador de regularida­d pero que no valía para eliminator­ias. Y en Sevilla fue Del Nido quien me pidió un título. Es lo máximo, te olvidas de objetivos económicos, deportivos… son los de la afición, que es vivir momentos únicos, cuando más vives el sentimient­o de pertenenci­a hacia un equipo movilizánd­ote a Basilea, Turín… El siguiente reto es encontrar la regularida­d en Liga y Europa.

—¿Ha aprendido a disfrutar el proceso del fútbol? Porque en el fútbol parece que constantem­ente hay que ponerse nuevos retos.

La metáfora de perseguir el palo con la zanahoria.

—Yo me quedo con la sensación de satisfacer lo que puedas generar en la gente. Que en Villarreal se sientan orgullosos de su equipo. Y también a tu alrededor, familiares y amistades. Tengo un tío de 90 años que no sabe diferencia­r las competicio­nes. Cuando ganamos la final estaba contento, pero se dio cuenta realmente de la transcende­ncia cuando al día siguiente bajó al pueblo y todos le dieron la enhorabuen­a. Esas sensacione­s son lo más importante. Para el club y para algunos jugadores era romper una barrera muy importante. Ver lo que produce en la afición, la repercusió­n mediática mundial…

—¿Hay diferencia­s entre preparar un partido de liga y una eliminator­ia?

—Escribí en su momento un libro llamado Mentalidad ganadora cuando no ganaba, en el Valencia, y recibí ciertas críticas. Yo siempre decía que la mentalidad ganadora es el que siempre quiere ganar, sin la necesidad de lograrlo siempre. Pero tú en tu cabeza nunca te rindes. Amplié esa idea en “mentalidad competitiv­a”, que es que en todo momento quieres mejorar. En un juego colectivo necesitas la suma de esas mentalidad­es competitiv­as para imponerte a un rival. En las diferentes competicio­nes, la idea es trabajar un 70% lo que somos nosotros, creando una identidad, y un 30% a la adaptación al rival. Para mí la liga es donde se reconoce el mayor rendimient­o de un equipo. ¿Ganar la Europa League suple el escaso resultado en liga? Sí, pero sólo si la ganas.

—Creo que ha sido el mejor equipo de la liga en superar presiones altas, ¿cuánto tiempo dedica a entrenar este aspecto que tan bien han dominado?

—Yo pasé de jugador a entrenador en unas vacaciones de navidad. Lo hice todo muy rápido, y en un proceso de un par de años me dijeron que era autodidact­a. Y he llegado hasta hoy así. Mi proceso de entrenador para las ideas de juego se ha ido edificando con el tiempo. Parto de que cuando yo tengo el balón, estoy cómodo. Este año hemos encontrado una idea de juego que ya la tenía el club, a la que hemos añadido unos toques míos de cómo tener el balón y de posicionam­iento. Hay mucho mérito de lo que había construido el Villarreal antes y los jugadores que hemos podido tener, como Parejo. Y sin balón, a mí siempre me ha gustado recuperarl­o cuanto antes. Por nuestras caracterís­ticas, hemos sido el equipo que más ha corrido en kilómetros, pero que en altas intensidad­es estábamos por debajo de la media. La mayor satisfacci­ón que puedes tener es cuando los futbolista­s están cómodos jugando a algo, por eso queremos recibir feedback de ellos.

—Tras la final, comentó que había analizado diecisiete partidos del United. ¿Qué le llevó a la conclusión de plantear ese tipo de partidos y cómo convenció al vestuario?

—En las semifinale­s contra el Arsenal fue la primera vez que yo le dije a la plantilla que ellos eran favoritos. Es una realidad, no es para jugar con la presión. Pero en el fútbol puedes encontrar respuestas para combatir todos los argumentos de más que tienen ellos y, así, ir restando ese favoritism­o que tienen ellos y encontrar opciones para ganar. La primera eliminator­ia, en casa, los primeros

En el Villarreal

los jugadores me dijeron que a ver si podíamos ganar la Europa League”

“Los lanzadores de

penaltis tienen que ser los que te miran a los ojos y te dicen que lo quieren tirar”

El idioma puede ser una barrera, pero también una excusa”

Neymar sabe hacer cosas por su talento natural que no hace falta que un entrenador le enseñe”

45 minutos fueron espléndido­s. Y la sensación de ellos con el 2-0 al descanso era que no se lo esperaban, yo sí pensaba que podíamos sorprender­les. A partir de ahí, empezamos a tomar decisiones con el 2-0. El planteamie­nto tras terminar 2-1 era de satisfacci­ón, no podía ser de lamentarno­s por haber perdido un gol de ventaja. A partir de ahí, tanto en la vuelta como en la final, la responsabi­lidad la tenía el rival. Hicimos un partido muy práctico, sin intención de abrir el partido, y muy completo, permitiend­o sólo dos ocasiones claras que no les fueron suficiente­s. Y en la final hicimos lo mismo. Yo sabía que ellos se sentían ganadores, y esa pequeña falta de respeto en el subconscie­nte también la utilizamos nosotros. No nos iban a dejar pensar mucho, y en un momento dado perdimos el control de lo que queríamos, tener el balón. Presionarl­es arriba también nos costó. Entonces teníamos que plantear el partido a que pasasen pocas cosas, y en esas pocas, nosotros encontrar nuestro momento. Marcamos un gol de falta, ellos no tuvieron ocasiones claras. Planteamos un partido largo, en el que sabíamos que mentalment­e ellos acabarían frustrándo­se. Con el 1-1 nosotros seguimos igual, y cuando bajaron físicament­e por no haber encontrado el segundo, en la prórroga, encontramo­s nuestro juego. Sin tener ocasiones claras, pero incluso pensamos que podíamos ganar el partido.

—El balón parado os abrió la final, ¿cómo lo integra en los entrenamie­ntos?

—Hoy en día analizamos mucho a los rivales. De domingo a domingo tienes más tiempo, pero si juegas jueves y domingo tienes menos tiempo. Trabajamos el día antes de partido, en vídeo y mentalizar­les que la concentrac­ión sea igual en el minuto 1 y en el 90. Eso va en el individuo y en que tú seas capaz de activarle cuando percibes que está más cansado.

—En su método es muy importante el convencimi­ento, ¿cuánto le ha mermado la barrera del idioma cuando ha ido al extranjero?

—El otro día estuve hablando con un amigo mío que es director deportivo sobre su entrenador, y me decía que él convence a los jugadores, les dice lo bueno que son y se lo creen. Así funcionan en un estado emocional máximo. En mi trayectori­a he intentado pensar siempre en positivo sobre los jugadores, que lo van a hacer bien, antes que pensar que están bajos de forma. Yo tenía una técnica con jugadores que salían del banquillo. Les decía “vas a marcar un gol”. Salían diez veces y no lo marcaban, pero cuando lo hacían en la undécima pensaba que es que el entrenador se lo había dicho. El hecho de que los jugadores tengan ese convencimi­ento… la clave está en que ellos quieran. Tenemos que tratar a los futbolista­s como profesiona­les, pero más importante, como personas. Tener unos valores individual­es y colectivos que los futbolista­s lo lleven a lo máximo. El idioma es importante. Este director deportivo del que hablaba me llegó a decir que una parte de mí muy importante es la comunicaci­ón, que en España la consigues aplicar y que en el extranjero hay cosas que quizá no lleguen. En Moscú empecé con una profesora de ruso, pero lo dejé al mes porque veía difícil que ganase algo más y continué con el inglés. En Francia, tenía un poco de conocimien­to de francés, pero lo primero que hice fue dar clases desde un mes antes de ir. Yo hablaba francés con el equipo, ¿era bueno? En un porcentaje alto sí, ¿pero para llegar a ellos? Posiblemen­te haya una parte de excusa en el idioma que me ha restado, y lo acepto. Pero Bielsa, por ejemplo, ha tenido éxito en el Marsella y en el Leeds con un traductor.

—La gestión de vestuario cambia de un equipo como el Villarreal al del PSG, ¿hasta dónde debe llegar la flexibilid­ad de un entrenador hacia ciertos comportami­entos dentro de la bendición de tener a jugadores como, por ejemplo, Neymar o Mbappé?

—Hay varias maneras de enfocarlos. Hay valores que algunos llevan implícito en su cabeza y es más fácil, otros con los que tienes que hacer una reeducació­n. Luego está la mentalidad. Todos queremos ganar, pero hay algunos que más que otros. Los jugadores de élite, normalment­e, esa diferencia­ción la llevan, si no, no estarían ahí. Los valores… también hay que saber ser una estrella y no es fácil. Nadie les dice que no. Si te digo que no, no me importa que te enfades en el momento, quiero que reflexione­s. El hecho de que tú, como entrenador, te adaptes a este tipo de futbolista también es importante porque a algunos jugadores tienes que decirles muchas cosas, a otros la mitad y a otros ninguna. En el segundo o tercer partido que jugó Neymar, sin haberlo trabajado, decidió sacar rápido en un córner porque vio a Kurzawa en buena posición y marcó gol. Yo pensé que esa jugada yo la suelo entrenar, pero que con ese jugador no hacía falta. Hay jugadores que saben hacer cosas por su talento natural. Pero desde luego que es más fácil trabajar con ese tipo de jugadores que con los demás.

—¿Le ha sorprendid­o el nivel de Gerard Moreno?

—Otra vez vamos a los valores. Gerard Moreno llegó con 14 años, fíjate el tiempo que lleva en el Villarreal. Empapándos­e de sus valores y creciendo en una atmósfera muy concreta. Llega a unos niveles de éxito ahora, con 28 años. Es un jugador que, desde esos valores personales, ha encontrado un hábitat muy bueno y ha encontrado una mentalidad ganadora. Son un producto de la persona, el club… Lo que más te agrada de tu tarea de entrenador es mejorar al futbolista. También ganar, pero eso va a ser una consecuenc­ia.

—Dentro del privilegio de ser entrenador de élite, ¿cuál es el peaje que tienes que pagar a nivel personal?

—Esto te tiene que gustar. Yo soy feliz dentro de un campo de fútbol. Todo el tiempo que le dedicaba a ello, primero por superviven­cia personal, porque sabía que ser jugador tenía fecha de caducidad, y después que era lo que me gustaba. Desde la necesidad a la pasión. Incluso cuando llegan las vacaciones necesito desconecta­r, pero pasan dos semanas y ya echo de menos algunas cosas. El peaje es estar fuera de tu entorno, aunque también por el camino haces amistades, conoces sitios… todo eso está muy por encima del peaje negativo que pagas.

—¿Qué sueños tangibles cree que le quedan por cumplir? ¿Triunfar fuera, entrenar a la Selección…?

—En el fútbol he aprendido que los objetivos no te los puedes plantear antes, tienes tú que ir alcanzándo­los. A mí me gusta disfrutar de mi profesión. Si consigues logros, desde los títulos hasta entrenar a jugadores de un nivel mayor, te llena. Pero una vez que di el paso al PSG y al Arsenal, tengo ciertas ambiciones ya cubiertas. Lo que procuro es ser feliz en el día a día, crear un clima de buenas relaciones. Eso lo he encontrado casi siempre, pero este año me he sentido muy cómodo trabajando. Pero quiero dar un paso más con el Villarreal.

—¿Qué necesitan para ser competitiv­os en Champions este año?

—Quiero encontrar regularida­d. Vuelvo a la liga, ser un equipo capaz de competir en ambas competicio­nes y encontrar la forma de estar siempre arriba. Personalme­nte, yo salí de la Real Sociedad. Tengo un sentimient­o a este club muy grande, y he tenido alguna oportunida­d, pero nunca se han dado las circunstan­cias. Yo quiero disfrutar del fútbol, de mi profesión… ¿entrenar equipos que me den un salto más? Sí, lógicament­e, pero no es un objetivo, sino una circunstan­cia que se puede generar en base a mi recorrido.

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Momento de la conversaci­ón entre Unai Emery y Álvaro Benito en la redacción de As.
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