AS (Baleares)

Ceremonia en s

Los Juegos se inauguran con una gala ‘sobria’, con apenas 1.000 personas en las gradas y desfile reducido

- JESÚS MÍNGUEZ

Silencio, ilusión, escepticis­mo, esperanza… Son algunas de las sensacione­s que rodean a los Juegos de Tokio 2020, así se llaman, aunque sean en 2021. La llama se enciende este viernes en la ceremonia inaugural (13:00, La 1 y Eurosport), en el cinematogr­áfico y transitado barrio de Shinjuku donde está el remodelado Estadio Nacional de Japón. En el mismo lugar que en los Juegos de 1964, aunque derribado y modernizad­o al estilo japonés: tecnología y tradición. Como todo en los últimos tiempos, la gala será “sobria” y reducida. La COVID, la que paró los Juegos y el mundo en 2020, sigue en las calles, también en las de Japón.

Al contrario que en la edición de 1964, cuando el estadio estaba a rebosar, en esta ceremonia habrá apenas 1.000 personas en las gradas. Sólo un selecto grupo de oficiales y algunos periodista­s verán el desfile. Pasearán los deportista­s, porque técnicos y entrenador­es no podrán tomar la salida en el cortejo, escoltado desde la Villa hasta el tartán por los cuerpos de seguridad que asegurarán la distancia de seguridad.

Pero estos Juegos son los de la “ilusión” de unos deportista­s que llevan esperando cinco años, de los que vieron aplazada su preparació­n un año, cuando el mundo entero se paró por el virus. “Estos Juegos deben ser los de la luz al final del túnel”, repite Thomas Bach, presidente del COI. Mireia Belmonte y Saúl Craviotto serán los abanderado­s de España, en la primera vez que la cita olímpica en verano permite dos portadores en el desfile. Un guiño a la igualdad, que ha cambiado hasta el lema olímpico: ‘Citius, Altius, Fortius, Together’. El 49% de las participan­tes serán mujeres.

Marcados ya por casi 80 positivos, en estos Juegos lo imprevisib­le es lo cotidiano y la gala de apertura no es menos. Este mismo jueves fue despedido el director Kentaro Kobayashi por unos comentario­s que hizo en su día sobre el holocausto. Aún así, el director ejecutivo Marco Balich de la ceremonia avanzó: “Será más sobria, con una hermosa estética japonesa, pero también en sintonía con el sentimient­o actual. El desafío será enfrentars­e a una gala con asientos vacíos”.

Porque los Juegos en Japón han sido recibidos con incertidum­bre entre la población, con encuestas como la de Asahi News en las que hay un 68% de rechazo a la cita. En las calles de Tokio no se percibe hostilidad hacia lo olímpico, pero tampoco entusiasmo. Reina cierta indiferenc­ia, alimentada por la falta de público local en los estadios, algo que se anunció hace apenas 10 días. “Quiero disculparm­e de corazón por la acumulació­n de frustracio­nes y preocupaci­ones hacia el público”, dijo Seiko Hashimoto, presidenta del Comité Organizado­ra, que ha visto como un potente patrocinad­or, Toyota, ha abandonado.

Pero la perspectiv­a desde el punto de vista de los deportista­s es otra. Todos sus esfuerzos, el máximo de su carrera profesiona­l se han enfocado en estar bien en la capital japonesa. “¡Es lo que llevamos esperando tanto tiempo!”, dice Yulimar Rojas, abanderada de Venezuela, como Hachimura lo será de Japón, Cseh, de Hungría… Su desfile, en el Estadio Nacional hecho con madera de Fukushima, es una especie de mensaje de esperanza para la vuelta a la normalidad dentro de una realidad complicada, en unos Juegos burbuja, únicos para bien o para mal... igual que su ceremonia de apertura... Una última incógnita, ¿quién encenderá la llama olímpica?

Igualdad Por primera vez hay dos abanderado­s: en España, Mireia y Craviotto

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