Aléix Gómez fulmina al Kiel con doce goles
El extremo es una pesadilla para los alemanes
La de hoy en Colonia (18:00) es una final inédita en la Champions, aunque el Barça y el Kielce sí se han enfrentado en la Final Four, la última vez por el tercer puesto y ganó el equipo español. Los números dicen que el Barça (10 títulos en 15 finales) es el favorito ante un rival que sólo ha jugado (y ganado) una final. Pero entre ambos equipos hay ahora una gran rivalidad.
Más allá de que Cindric, Janc y Ángel Fernández hayan pasado por la plantilla del Kielce, lo cierto es que el cuadro polaco es el único equipo en Europa que le ha ganado los dos partidos de la liguilla al Barça el mismo año. “Espero que a la tercera vaya la vencida”, decía ayer Ortega respecto al partido de esta tarde.
Talant Dujshebaev era el último entrenador que en la Champions había ganado en el Palau. Y este año lo repitió, en Barcelona y en Polonia, echando más leña a esa rivalidad personal que mantiene con el conjunto azulgrana “que siempre me quita a alguno de mis jugadores”, suele decir.
Las estrellas de los dos equipos llevan el 10: Mem en el Barça y Álex Dujshebaev en el Kiel; los dos son laterales zurdos, pero de distinto corte. Ambos aseguran espectáculo.
Para rebajar la tensión, un dato: Dani Dujshebaev ha sido tratado por los servicios médicos del Barça para recuperarle de la última lesión.
BARÇA (19+15): G. Pérez; Aléix Gómez (12, 4p), Mem (4), Fábregas (2), Cindric (3), N’Guessan (3), Ángel Fernández (3) -siete inicial-; Maciel (ps); Petrus, Richardson, Janc (2), Ariño (1), Lángaro (3), Ben Alí (1) y Alí Zein.
KIEL (18+12): Niklas Landin; Ekberg (3,1p), Reinkind (6), Wiencek (7), Weinhold (3), Bilyk (2), Horak -siete inicial-, Quensted (ps.); Myrhol (1), Duvnjak (2), Zarabec (3),Magnus Landin (1), Ehreig (2) y Dahmke.
Parcial cada 5 minutos; 2-2, 4-5, 8-9, 12-12, 16-15, 19-18 (descanso), 22-20, 24-22, 28-24, 31-26, 32-27 y 34-30 (final).
Cancha: Lanxess Arena de Colonia. Lleno. 19.800 espectadores.
Desde la final de la Champions de 2020, cuando el Kiel derrotó al Barça, los dos mejores equipos de la nueva competición (tres títulos cada uno) no habían medido sus fuerzas. Fue ayer la primera vez, y los azulgrana se sacaron la espina de aquella dolorosa derrota, porque en esta ocasión aunque Jicha recurrió al siete en ataque que tan bien le salió entonces, no tuvo éxito.
El Barça fue mejor, más sólido en general, y cuando necesitó imprimir más intensidad en la segunda parte, encontró a casi todos sus hombres, en especial al extremo Aléix Gómez, autor de 12 tantos (sólo falló un tiro), a uno del récord absoluto en estos partidos que mantiene Juanín García.
La primera mitad fue de intercambio, pero en la segunda Gonzalo Pérez dio un paso al frente (Landin estuvo desaparecido); la defensa colaboró con el portero, y se disparó el cuadro de Ortega para conseguir un triunfo amplio.
Sólo hubo dos situaciones que evitaron un marcador más claro: la primera doble inferioridad del Barça cuando iniciaba su despegue; y la segunda (roja a Ben Ali y un mal cambio) con cuatro defensores en la que encajó un 0-3 y parecía que revivía el Kiel. N´Guessan le remató definitivamente.
KIELCE (16+21): Wolff; Gebala, Moryto (8,3p), Á.Dujshebaev (4), Karalek (2), Karacic (5), Nahí (2) -siete inicial-; Kornecki (ps); Kulesh (4), Sicko (2), Tournat (4), Vujovic (2) Sánchez Migallón, D. Dujshebaev (3) y Thrastarson (1).
VESZPREM (18+17): Corrales; Marguc (6,4p), Blagosintek (1), Mahé (1), Fathy (4), Lauge (8), Strlek (7) -siete inicial- Cupara (ps); Nenadic (6), Maqueda (1), Nilsson (1), Ligetvári y Sipos.
Parcial cada 5 minutos: 2-3, 5-7, 9-10, 11-12, 13-14, 16-18 (descanso); 20-20, 24-21, 27-24, 3027, 35-31 y 37-35.
Cancha: Lanxess Arena. Lleno.
■ El Kielce se mete en la final porque juega mejor que el Veszprem, y porque todos los hombres de Talant Dujshebaev conocen su rol y son disciplinados: mandan Álex Dujshebaev y Karasic, y el resto sabe cuando tiene su ocasión y por dónde. Eso le permitió al cuadro polaco salir como un tiro en la segunda parte, dar la vuelta al marcador, poner distancia y tener un final más plácido que el esperado.