La gloria para el Barça
Los de Ortega derrotan al Kielce en los penaltis, logran su 11ª Champions y son los primeros en repetir en una Final Four
Tras una temporada sinuosa por su juego, en el momento decisivo el Barça logra la gloria al imponerse al Kielce polaco en la final de la Champions. Es la undécima Copa de Europa para los barcelonistas, que consiguen además la cuarta desde que existe el sistema de Final, y el primer equipo que revalida el título. Y todo porque en la tanda de penaltis Gonzalo Pérez le aguantó la finta a Álex Dujshebaev, se mantuvo erguido en el amago, y paró el balón del cántabro: 37-35 para un enorme partido que se define en una línea, pero que deja emociones tan intensas que se recordará por tiempo.
Se comentará cómo el Barça de Carlos Ortega se recompuso con una primera línea francesa (M´Guessan, Richardson y Mem) porque Cindric se rompió y se perdió más de cuarenta minutos de partido.
Se estudiará la manera con la que Talant Dujshebaev fue rotando a sus hombres y su combinación de bloques, la sorpresa de que dejase a sus dos hijos y al pivote Karalev en el banquillo de entrada, como si pensase en ellos y en Kulesh para dar el impulso a su plantel, la marcha extra para derrotar al Barça, aunque esta vez la moneda al aire le saliese mal.
Fue un partido sin premio para el mayor de los Dujhebaev, por el borrón de los siete metros, pero fue el artífice de que su equipo remontase y tuviese opciones de ganar la que hubiese sido su segunda Champions, y también en los penaltis como cuando lo hizo ante el Veszprem en 2016.
Quitando el inicio fulgurante del Barça, que tuvo tres tantos de renta, con la remontada del Kielce, el partido siempre se movió en márgenes tan estrechos de gol arriba o abajo para ambas escuadras, con Mem, N´Guessan y Gómez destacados en el Barça. Mem marcó el que podía ser el gol decisivo dejando en la estacada a Gebala (28-27), pero en el último segundo Karalek hizo las tablas.
La clave Gonzalo le detuvo a Álex Dujshebaev el penalti decisivo
Prórroga. La prórroga no tuvo dueño, se cometieron más errores que en todo el partido, pero es que la tensión atenazaba a los protagonistas. En los siete metros el portero polaco tocó dos balones (Gómez y Mem) que entraron; sólo uno Gonzalo, pero no entró. Eso decidió un partido sobresaliente.