“Vinicius no debe calmarse, no ha hecho nada malo”
Formar parte del rebaño no iba con él y callarse aún menos. Díscolo, rebelde y con un carácter volcánico, su temperamento marcó su carrera tanto como su talento.
Aleksandr Mostovoi (San Petersburgo, 1968) acostumbraba a salirse del carril cuando así se lo dictaba su conciencia. Con un carisma indiscutible, su presencia en Vigo durante ocho temporadas (1996-2004) dejó una huella imborrable. Todavía hoy, casi veinte años después de su marcha, es frecuente ver a aficionados en Balaídos con su nombre a la espalda en la camiseta.
—¿Qué tal le va la vida?
—No tengo un trabajo estable. Fui comentarista, pero acabé contrato y ahora hago colaboraciones de diverso tipo.
—Sus hijos viven en España... —Viví en Marbella muchos años después de dejar el fútbol, pero ellos crecieron y yo volví a Rusia porque el dinero poco a poco se va a acabando y necesitaba trabajar. Y me vine a mi tierra. —Con 55 años ya es abuelo… —Sí. Tengo una nieta que se llama Noa. Es la niña de mis ojos. —¿Era más feliz como futbolista que ahora?
—Claro. En aquella época sólo tenía que preocuparme de entrenar y jugar y ganaba bastante dinero. Como era bueno, todos me querían y yo estaba fenomenal. Ahora tengo más años, menos dinero y se acuerdan menos de mí...
—¿El ambiente en Rusia ha cambiado desde que empezó la guerra en Ucrania?
—Sí, se notó bastante desde el comienzo. En Moscú algo menos porque es una ciudad inmensa que crea su propio cosmos, pero saliendo de la ciudad ves que la gente no tiene tanta alegría como antes.
—Usted era visceral y tenía un carácter fuerte, como Vinicius. —Vinicius me parece un jugador impresionante. Me encanta su forma de jugar, su atrevimiento y su personalidad. Desde que llegó al Madrid me pareció un futbolista diferente. En cuanto al carácter no creo que deba calmarse. Tampoco ha hecho nada grave. Prefiero tener un jugador con este temperamento que uno que siempre esté tranquilo y callado.
—¿Cómo ve a su Celta desde la distancia?
—Sigo casi todos los partidos. Empezó mal y perdiendo, pero luego mejoraron. Ahora lo que no entiendo es por qué reciben tantos goles y pierden tantos puntos en el tramo final de los partidos. Un equipo sólido no puede permitirse eso. —Usted era un jugador de calle. ¿Ha cambiado el fútbol? —No me gusta criticar la época actual. Es cierto que el fútbol ha cambiado, hay menos jugadores creativos y regateadores, pero es la evolución del deporte y hay que aceptarlo. Antes veías al número 10 de un equipo y sabías que era la figura. Ahora cuesta encontrarlo muchas veces. —¿Qué jugador actual le entusiasma?
—Siempre fui muy fan de Messi. Es el mejor al que yo he visto. Era alucinante. De los de ahora, el que más me gusta es
Mbappé. Lo sigo desde hace mucho tiempo. Es espectacular. —¿Lo sigue desde el Mónaco? —Sí. Casi desde que debutó en Moscú en octubre de 2016 contra el CSKA. Iba perdiendo 1-0 y jugando mal. Yo estaba presente en el campo. Recuerdo que sobre el minuto 80 salió un chico que lo revolucionó todo. En un rato hizo un tiro a puerta, un gran regate, un desborde por velocidad y creó más peligro que todos los delanteros que habían jugado antes juntos. Yo mismo dije: “Joder, este tío es impresionante”.
—¿Qué cree que supondrá su llegada al Real Madrid? —¡Uff! Va a ser algo increíble. El mejor de todos uniéndose a lo que ya tiene el Madrid. Va a ser algo brutal. Va a ser el equipo con más potencial ofensivo del mundo.
—Usted se enfrentó muchas veces al Madrid. En una ocasión ganó el Celta 5-1 con hattrick de Penev, uno de Mazinho y otro suyo. ¿Cómo lo recuerda?
—Creo que era mi primer año en el Celta y no fue una temporada especialmente brillante, pero en aquel partido nos salió todo bien. Fue un gran día. —En aquel Madrid jugaban Guti, Raúl, Redondo, Hierro, Mijatovic… Pero el Celta también tenía un equipazo. —Sí. Había jugadores descomunales. Los dos primeros que me vienen a la cabeza son Mazinho y Makelele. Esa pareja en el centro del campo era una maravilla. Si yo fuera director deportivo de un gran club y ellos fuesen jóvenes los ficharía ya. Luego estaba Gustavo López, Haim Revivo, Míchel Salgado... Teníamos mucha calidad.
—También se enfrentó a los Galácticos con Figo, Ronaldo, Beckham, Zidane... ¿Quién le impresionaba más de todos? —Ronaldo. Por algo le llamaban El Fenómeno. Era impactante, incluso sin estar al nivel que mostró en el Barcelona o en el Inter de Milan. Las lesiones impidieron que volviera a mostrar su mejor versión, pero aun así era un delantero impresionante.
—¿Es cierto que usted pudo fichar por el Madrid?
—Sí, existió esa posibilidad. Hubo contactos con ellos, igual
Caso Negreira “Siempre hubo cosas extrañas; quien paga manda, no digo más”
Recuerdo amargo “Mi salida de Vigo fue lamentable; no me merecía algo así”
que con el Barcelona, el Liverpool y la Juventus.
—¿Por qué no se concretó? —Fue un cúmulo de circunstancias. Yo ya tenía 30 años, el Celta pedía mucho dinero, mi mujer y mis hijos estaban a gusto en Vigo y yo también. Era feliz en el equipo y en la ciudad. Jugábamos en competición europea a un buen nivel y no tenía una gran necesidad de irme.
—¿Cree que acertó? —Si ahora se presentase la misma situación habría hecho todo lo posible por salir.
—¿En qué equipo le habría gustado jugar de todos? —Todos eran gigantes. Del que más cerca estuve fue del Liverpool. Fui dos veces a negociar a Inglaterra, pero al final decidí quedarme en Vigo. —Usted se convirtió en leyenda en Vigo, pero su salida no fue buena. —Fue lamentable. Lo he dicho varias veces. No merecía una salida. —¿Aún le deben dinero?
—Del último año no me pagaron nada.
—¿Ha vuelto a Balaídos alguna vez en estos veinte años?
—Fui un par de veces con los niños cuando eran pequeños hace ya mucho tiempo. —Aquí se ha destapado el ‘caso Negreira’, ¿usted veía cosas raras en su época?
—Sí. Cosas extrañas hubo siempre. —¿A favor de quién?
—Quien paga manda. No quiero decir más.
—Algunos le recuerdan por su carácter agrio, como cuando se fue del campo en un partido ante el Sporting.
—Pedí el cambio porque tenía molestias, pero ya no se podían hacer más sustituciones y decidí irme. Patxi Salinas y otros jugadores vinieron a por mí para que permaneciese en el campo. Yo estaba nervioso ese día y se me fue la olla.
—Le criticaron mucho en Vigo, muchos pidieron su marcha y acabó convirtiéndose en un mito.
—Con el paso del tiempo algunos me agradecieron mi ambición. Yo quería un Celta fuerte y ganador y peleaba mucho por ello. Con esfuerzo y talento lo logramos.