No es líder, pero es inmortal
El Madrid, con diez, salvó un punto cuando perdía 1-3 en el 85’ Una locura de Bale le costó la roja Exhibición de Jesé en un gran Las Palmas
Una sucesión de fenómenos paranormales, un Las Palmas con aire de equipo grande y el Jesé de los mejores tiempos se alinearon en hora y media para quitarle el liderato al Madrid. Mientras Luis Enrique anunciaba su adiós, ajeno al otro terremoto, el del Bernabéu, a Morata le anulaban tres goles por fuera de juego de milímetros, Bale sufría un acceso de locura que dejó al equipo con diez y Ramos capitaneaba el naufragio perfecto de la defensa blanca. Y con todo, el Madrid no perdió. Dos goles de Cristiano, en el 85’ y el 89’, le salvaron a medias. Un aire de inmortalidad le rodea.
Las Palmas abrió una brecha profunda en el ánimo del Madrid, que ha concentrado todos los disgustos del curso en el nuevo año. Esta vez fue a favor de público, con Isco y Morata, que quieren ser algo más que el equipo de salvamento y socorrismo. El inicio pareció dar la razón a esa fórmula nacional y canterana. A los 40 segundos le anularon un gol a Morata. Fuera de juego por centímetros. A los ocho minutos marcó Isco, en pase profundo de Kovacic, también en la frontera del fuera de juego o tras ella. Se antojaba otro debate largo, sobre el sobredimensionamiento de Benzema o la inviolabilidad de la BBC.
Pero ahí se apagó el Madrid. Las Palmas, que en la posesión encuentra recurso y discurso, se vio pronto con el empate, en maniobra fantástica de Tana para desmantelar a Ramos, y demostró que lo suyo no es sólo estilismo. Mandó y apretó, con el mejor Jesé que se recuerda, abierto en la izquierda, poniendo en marcha a un equipo que duerme al adversario haciéndole correr tras el balón. A ratos blandea, pero a ratos, con Mesa, Vicente, Tana y una zaga que no regala un pelotazo, manda de verdad.
Esta vez no se desvaneció al pisar el área y achicó al Madrid, sacando a la superficie sus carencias. Cristiano va y viene, a Kroos se le hacen largas las temporadas, Bale está lejos de su mejor versión y eso le cambia el humor, Marcelo se destapa demasiado, Ramos es irreconocible... Acabó por precipitarse al vacío cuando a Bale se le salió la cadena y propinó dos patadas por detrás y un empujón a Jonathan Viera en dos segundos de locura. Una insensatez. Una roja indiscutible.
Sin respiro, un penalti de Ramos, por una palomita que no fue capaz de disimular, colocó a Las Palmas a la altura de su juego. Y de inmediato, una contra de Boateng, con salida disparatada de Navas, dejó al equipo canario en el paraíso. Y entonces volvió el Madrid irreductible, para el que no existen tempestades. Le anularon a Morata su tercer gol (pareció legal) antes de la carga final. Con Benzema, con James, con la fe de siempre y sobreviviendo a los contragolpes amarillos, llegó al empate. Fue gracias a dos goles de Cristiano, uno de penalti, que liberó endorfinas. El resultado mereció celebración, pero ya no hay colchón sobre el que recostarse.