El asesino de Zabaleta fue detenido en Brujas
Ricardo Guerra iba con los ultras
Ricardo Guerra, el ultra autor del asesinato de Aitor Zabaleta en las inmediaciones del Vicente Calderón en 1998, fue detenido en Brujas el martes pasado, avanzó ABC. La policía belga, según dicho diario, detuvo a Guerra y a otros ultras tras llevar a cabos saludos nazis durante una concentración de la escindida sección del Frente Atlético Suburbios Firm. Según ha explicado la Policía belga, los cuerpos de seguridad de Brujas fueron alertados desde Madrid del viaje ese martes de un grupo de radicales de extrema derecha con la excusa del partido y sin saber si tenían para poder asistir al Brujas-Atlético de la última jornada de la Champions League.
“Decidimos no tomar ningún riesgo ante esa presencia”, ha explicado la Policía belga para justificar su intervención, que fue consecuencia de la provocación que estaba llevando a cabo el grupo de ultras, de unas treinta personas, en las calles de la ciudad. Entre los detenidos, identificados con una pancarta de Suburbios Firm, se encontraba Ricardo Guerra, quien cumple el tercer grado de los 17 años de condena por el apuñalamiento de Aitor Zabaleta, un seguidor de la Real asesinado en las inmediaciones del Vicente Calderón en 1998. Guerra goza de un régimen de semilibertad y tenía un permiso para ausentarse del centro de reinserción en el que está recluido. El ultra tenía libertad para abandonar la instalación durante unos días. La conexión y el seguimiento entre los cuerpos de seguridad españoles y belgas permitió el operativo y, sobre todo, el control de un grupo calificado como peligroso que no dudó en exhibir su ideología neonazi.
Durante la jornada de ese martes 11 de diciembre, los efectivos de seguridad del Atlético, que forman parte de su operativo particular y habitual en los viajes europeos, fueron alertados e informados de la intervención de la Policía belga. Es frecuente que varios de estos grupos utilicen la excusa de la celebración de algún encuentro de este tipo para desplazarse a esos lugares, en la mayoría de los casos sin entrada y sin la posibilidad de entrar en el recinto deportivo. Los cuerpos de seguridad rastrean y controlan la actividad de estos grupos, que utilizan el pretexto de un partido de fútbol para expresarse de forma violenta, sin que nada de lo que hagan en sus desplazamientos tenga que ver con el fútbol.