El ejército de Morales fue la guillotina para Cardoso
La goleada deja al portugués al borde de la destitución
Sólo falta la confirmación oficial para que Miguel Cardoso se convierta en el segundo caído en la guerra del Celta por la permanencia. Su tropa se presentó a la batalla con escopetas que disparaban confeti, mientras al otro lado de la trinchera el ejército de Morales manejaba armas de destrucción masiva. Y así, el fin de la historia es fácil de deducir. El Levante goleó al Celta con una facilidad pasmosa, levantando incluso el pie del acelerador en la última media hora para no hurgar demasiado en la herida olívica. No hay peor humillación que tu adversario te trate con compasión.
Veinte minutos tardó Morales en sacar su fusil. Servicio de Rochina, control y para dentro. El Levante ya llevaba un tiempo a placer, diviertiéndose con ese juguete roto llamado Celta. Y así siguió hasta el final. Porque los granotas generaban peligro a borbotones. Con toda la artillería. Rochina con su zurda, Pier de cabeza, Bardhi ajustando su precisión... En medio del tiroteo sólo Mallo tuvo dignidad. El capitán amenazó a Aitor dentro del área, pero tuvo que disparar con la pistola mala, su pierna izquierda, y la ocasión se fue al limbo.
El Levante tomó nota y a la siguiente no perdonó. Coke y dos más contra nueve defensores celestes en un córner. Adivinen quién ganó. Pues sí, el polivalente defensa del Levante. Se elevó a la torre más alta y desde allí fusiló al Celta. Rubén, que antes había atajado con su escudo un ataque de Moses, no pudo hacer nada esta vez.
La pitada desde la grada fue importante al descanso, pero ni eso reactivó a los locales. Más bien al contrario. Alguno se borró, como el debutante Boudebouz, con una autoexpulsión infame. El Celta estaba herido de muerte, un golpe más y era el fin. Y así sucedió. El comandante Morales fue el encargado de apretar el gatillo. Sobre la bocina llegaron los goles de Brais (no se puede decir que ni de la honra) y Mayoral. Cardoso está KO. Y el Celta, en la enfermería.
Debut indigno Boudebouz se autoexpulsó al inicio de la segunda parte