AS (Catalunya)

El equipo funciona pero la plantilla no se adhiere

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EI inesperado patinazo del Real Madrid reabre las heridas anteriores. Parecían cauterizad­as después del arranque de juego y buenos resultados. No era un equipo espectacul­ar, pero resultaba solvente. Solari había encontrado la llave para generar las expectativ­as que generalmen­te se asocian al Real Madrid. En algunos círculos se disparó el optimismo. Se habló del triplete, a la luz de la victoria en el derbi, el empate con el Barça en el Camp Nou y el sufrido éxito de Ámsterdam. De repente, vuelven las sombras.

Lo que ha sucedido en el Madrid es real. No era un ejercicio de ilusión sin motivos. Solari atravesó en sus primeras semanas por un periodo de críticas que no descendió ni el Mundial de Clubes. Lo ganó el Madrid sin una buena nota, un ejercicio rutinario frente a rivales de medio pelo. Al técnico se le veía trabajar en una dirección que no le garantizab­a un buen final. Se atrevió a alinear a varios jóvenes (Reguilón, Valverde y Vinicius ingresaron en el equipo) y a prescindir de algunos consagrado­s. Isco fue el primero. Le siguió Marcelo. Cuando volvió Bale de su lesión, no tuvo la titularida­d asegurada.

El resultado de su gestión fue superior a las previsione­s. El Madrid despegó en el partido contra el Sevilla, en gran parte por la contribuci­ón de Vinicius y el efecto renovador que produjo en el resto del equipo. Benzema se entendió de maravilla con el extremo brasileño. Modric recuperó todas las cualidades que le hacen imprescind­ible. Reguilón progresó a todo trapo. Lucas Vázquez añadió toda la ética del trabajo que no se había visto antes en el equipo.

La suma de todos estos factores produjo un equipo nuevo, destacable por su verticalid­ad y un cierto aire coral. Se podía hablar de equipo, es decir, de una colectivid­ad bien engrasada. Fue tan evidente el cambio que Solari utilizó esa alineación en todos los partidos importante­s. Había encontrado un equipo. Faltaba saber si había logrado que el resto de la plantilla se añadiera a la causa. Por lo que se vio frente al Girona, no lo ha conseguido.

Exigencia. Era imposible mantener la misma alineación cada tres días, menos aún en víspera de los dos encuentros con el Barça y después de dos exigentes semanas previas. Aunque no lo pareciera, el Girona había perdido los siete partidos anteriores a su visita al Bernabéu, el encuentro con el equipo catalán tenía algo de prueba del algodón.

La Liga es probableme­nte la mejor y la más versátil en términos futbolísti­cos. El jueves pasado, tres equipos españoles (Valencia, Villarreal y Sevilla) ganaron sus partidos en la Europa League. El Betis empató. Todos jugaron fuera de casa. El Madrid sabe muy bien lo que es perder contra equipos que están en la zona media o baja de la clasificac­ión. Le derrotaron Real Sociedad y Levante en el Bernabéu. Perdió en Ipurua con el Eibar. Hay algo de pista americana en la Liga española.

La derrota con el Girona se puede atribuir a muchas causas, pero el partido dejó una evidencia preocupant­e: los habituales suplentes fracasaron. Odriozola manifestó su debilidad defensiva, Marcelo persistió en sus errores, Ceballos fue intrascend­ente, Asensio perdió gas poco a poco y Bale ofreció la lánguida versión que suele caracteriz­arle. Todos eligieron una pésima fecha para decepciona­r. El Madrid está a un centímetro de fracasar en la Liga y las expectativ­as se han reducido. Es normal. Parece que hay un equipo, pero la plantilla no se adhiere. ■ ■

Solari No ha conseguido que el resto del plantel se añadiera a la causa

El Madrid Está a un centímetro de fracasar en Liga; las expectativ­as se reducen

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MARCELO, SEÑALADO. El brasileño volvió a la titularida­d y el Madrid perdió contra el Girona.

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