Podría haber sido el último partido en la historia del Oracle
Los Raptors nunca habían estado en una final de la NBA. Incluso, en los últimos años tenían fama de perdedores por sus continuos tropiezos en playoffs. Pero este curso se han convertido en un equipo que funciona como un reloj tras añadir al mejor animal competitivo de la Liga: Kawhi Leonard. Ahora tienen a los Warriors contra las cuerdas y la historia les sonríe. Los Raptors vuelven a Toronto con 3-1, después de ganar los dos partidos a domicilio. Problemas para los Warriors: con el formato actual, 0-30 para todos los equipos que estuvieron así antes que ellos.
Volvió Klay Thompson y su presencia se notó inmediatamente, por tener otro anotador con el que atacar a Toronto y por su espectacular trabajo en defensa. Los Warriors habían mejorado claramente tanto en ataque como en defensa en comparación con el último día, y sin embargo sólo se marcharon al descanso con 46-42. Kawhi salió del vestuario dispuesto a cambiar esto con una
secuencia maravillosa: triple, robo y triple, asistencia y casi robo... Tuvieron que responderle los Splash Brothers con todo su arsenal. Pero estos Raptors ya no se achantan con nada. Ibaka metió su primer triple de la final en un partido enorme (20 puntos con un 9/12 en tiros, 4 rebotes y 2 tapones en 22 minutos). Un reserva no firmaba un encuentro así en una final desde Vinnie Johnson (Detroit) en 1990.
La exhibición de Kawhi era tremenda. Los Raptors les habían golpeado en el único sitio donde hasta ahora habían sido superiores, los terceros cuartos (67-79). Así que en el parcial final los visitantes se dedicaron a mantener la ventaja como si los que llevasen cinco finales consecutivas fuesen ellos.
Los seguidores de los Warriors abandonaron el Oracle conscientes de que el cuarto anillo en cinco años se alejaba y que éste podría haber sido el último partido en este histórico pabellón. Si los Raptors ganan mañana (03:00, #Vamos), el anillo es suyo.
¿Despedida?