Nadal sufrió un break, pero lo levantó con intercambios inhumanos
Doce veces grande. Doce veces campeón de Roland Garros en catorce años. Monsieur Rafael Nadal, un extraterrestre que aterrizó con el aire cálido de Manacor en París en 2005, volvió a levantar la Copa de los Mosqueteros tras derrotar por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 en 3h:01 a su futuro heredero, Dominic Thiem, que todavía tendrá que esperar para sentarse en el trono. Eterno. Invencible. Suma ya 18 Grand Slams, y Roger Federer (20) ya siente su aliento en el cogote. Supera, además, a Margaret Court como el tenista con más títulos en un Grand Slam. La aussie había conquistado once Abiertos de Australia entre 1960 y 1973.
Tic, tac, tic, tac. Como un relojero, Nadal ha ido marcando las horas en la Philippe Chatrier. Con la manilla de su raqueta ha detenido el tiempo de Mariano Puerta, Robin Soderling, Stanislas Wawrinka, David Ferrer, dos veces el de Novak Djokovic y Thiem, y cuatro el de Roger Federer. Implacable, tic, tac, tic, tac. Así, 93 victorias y sólo dos derrotas frente al perro loco sueco en 2009 y el lobo serbio en 2015. Él siempre llegó puntual a su cita con la historia. Con la maquinaria ajustada. Nunca falló en el partido final.
“Jugar contra Rafa en esta pista es el último desafío”, había reconocido Thiem en la previa. Un tenista de 25 años (ocho menos que Nadal), situado en el número cuatro del mundo y que lleva cuatro temporadas opositando a campeón en el Bosque de Bolonia, con dos semifinales y dos finales. El año pasado, fue liquidado de forma sumaria en tres sets (6-4, 6-3 y 6-2) por el español, pero este se presentaba con el convencimiento de los elegidos, el que le ha imbuido el extenista chileno Nicolás Massú, en su banquillo desde marzo. Lucía una victoria sobre el mismísimo Nadal en las semifinales del Godó y había salido vivo de un thriller de cinco sets frente a Djokovic.
En 2018, Thiem quiso ser Federer y acortar los puntos. Se equivocó. Él es como Nadal, una erupción
Primer set