CON SÓLO 19 AÑOS Y 2 DÍAS ASOMBRA EL MUNDO ANTE PUERTA
La historia de amor con Roland Garros comenzó con calabazas. En 2003, Nadal sufrió una lesión en el codo. Y en 2004, una fractura por estrés en un pie. Así que debutó antes en Wimbledon, el US Open y el Abierto de Australia. Pisó la tierra de París de forma oficial un 23 de mayo de 2005 ante el número 65 del mundo, Lars Burgsmüller, en la pista 1, lejos de las estrellas y el bullicio. El alemán acabó superado por 6-1, 7-6 y 6-1 por un chaval con pantalones pirata, camiseta verde de mangas recortadas que dejaban ver unos bíceps morenos que ya impresionaban, y bandana en el pelo. Cara de pillo y arrojo sin límites. Ninguna bola se daba por perdida. Pero Nadal no era un desconocido, porque se había presentado en 2004 ganando la Davis en Sevilla al lado Carlos Moyá... ahora su técnico. Y llegaba con una tarjeta de visita de 17 victorias seguidas y los títulos de Montecarlo, Barcelona y Roma (5 sets con Coria). En semifinales, el mismo día que cumplía 19 años, tuvo que medirse al número uno, Roger Federer. Le duró cuatro sets: 6-3, 4-6, 6-4 y 6-3. Sopló las velas con Pau Gasol, otro icono del deporte que siempre le ha apoyado y que viajó a verle. En la final le esperaba Mariano Puerta (después se supo que había dado positivo en un control antidopaje): 6-7, 6-3, 6-1 y 7-5. Llegaron las primeras lágrimas. Y la Copa de los Mosqueteros de manos de Zinedine Zidane. Una historia de leyenda arrancaba.