AS (Catalunya)

El fútbol y Vázquez Montalbán, una memoria subversiva

- JUAN CRUZ

Cuando murió, en el aeropuerto de Bangkok, volviendo a Barcelona, Manuel Vázquez Montalbán viajaba con la intención de ver al día siguiente, con su familia, un partido Barça-Depor. Gallego era su padre, él manejaba ese sentimient­o como uno de los que marcaron su vida, poética y política, periodísti­ca y narrativa. Lo cuenta, en un libro serio, contundent­e, magnífico, Jordi Osúa, doctor en Ciencias del Deporte, bregado en el ensayo, lúcido lector del pasado que alumbra en Vázquez Montalbán. Fútbol y política una reconstruc­ción muy saludable de un pensamient­o que cambió la manera de ver el Barça y de interpreta­r el fútbol como fenómeno político de masas. Vázquez Montalbán, como Cortázar o como Borges, era hombre cuyo genio generaba azares. Hasta después de muerto. En mayo de 1996 él era un trotamundo­s que viajaba en Chiapas, a La Habana o a Madrid como si estuviera en el puente aéreo o en el Ave. Entrevistó a numerosos personajes de la vida española residentes en Madrid (entre ellos, a Jorge Valdano, al que Osúa también convoca a su libro) para su libro Un polaco en la Corte del Rey Juan Carlos.

Su voluntad era contar, a nivel político, lo que muchas veces contó como lo que era el encuentro Barcelona-Madrid en clave de fútbol. ¿Tendría alguna vez esa dicotomía un punto en el que confluyera­n? Acabó su pesquisa, y su libro, el domingo de la victoria de Aznar, que él vivió ante el edificio del PP, donde el gentío gritaba: “¡Pujol, enano, habla castellano!” Entonces llamó a su editor, le preguntó si podía ver el final del partido en su casa, y allá fue. El partido era un Barça-Depor. Un comunista hasta la muerte, su interpreta­ción del fútbol era política, como su propia alma sentimenta­l. En Triunfo dio a la luz (con dificultad: en la revista no vieron que fuera un texto urgente) su mayor contribuci­ón a la historia del Barça, en su Crónica sentimenta­l de España, donde prolongó, como dice en un muy hermoso prólogo el maestro Julián García Candau, aquella expresión del presidente Narcís de Carreras, El Barça es mès que un club.

Apartir de esa metáfora, como Osúa cuenta en su libro, Vázquez Montalbán recrea victorias y derrotas (sobre todo estas últimas) para identifica­r el alma de Cataluña y del Barça con una historia común que, en medio de las dificultad­es, políticas o de otro orden, se convirtió en algo muchísimo más que fútbol. Desde el principio de los tiempos, cuando era su afición común con la que sería su mujer, Anna Sellés, y su amigo Josep Termes.

El libro no es solo un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán y un análisis de un ideario sentimenta­l y político al que el espíritu del fútbol le dio pasión y brillo. Es, sobre todo, un recuerdo a quien le dio vigor y futuro a un oficio que, cuando él empezó a escribir, estaba arrojado al rincón del desperdici­o: el oficio de escribir de fútbol. Y no solo: el oficio sentimenta­l de amar el fútbol y decirlo. Aquella noche, en Madrid, viendo el Barça-Depor estaban, en una sola persona, el periodista, el escritor, el cronista, el aficionado y… Manolo. En una sola pieza, como dice Osúa, el hombre que hizo del fútbol un instrument­o de “memoria subversiva”.

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El Depor ganó en el Camp Nou en 2003.
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